10 abril 2019. Hospital Nacional Rosales. En concordancia con la semana del médico, remito este de más patético relato en el “Rosalón” como me gusta llamarlo. En espera de la ansiada radiografía, creo no tengo fractura en las costillas ni en ninguna parte (soy de hierro -aunque el hierro se oxide).
Tuve la idea de pedir la referencia, pero me vine a emergencia (la propia palabra es urgencia) sólo con mi nuevo carné. La Providencia se ha demorado con la atención para la radiografía, debo acudir a una virtud: la paciencia (la madre de la ciencia).
La Dra. L. acaba de regresar, pero no me ha dicho nada, continúo en este menester de escribir porque también, por desidia, no quise traer un libro para leer, a sabiendas cuánto se necesita en estas situaciones.
12:00 He estado aquí alrededor de 3 horas (estoy de urgencia) y me harán exámenes de sangre y la radiografía, luego iré a la farmacia, la cual está atestada…estuve tentado a decir apestada…Realmente ya hay menos personas, he sacado la radiografía, estoy esperando el resultado. Sigo en la espera, tengo hambre y ansiedad. Cuando fui a la farmacia ya estaba cerrada, eran más de las 4:00 p.m. Deseo, por último, enfatizar la cualidad espiritual de los médicos de irradiar la salud, en especial por la Dra. Q., la internista, quien con su juventud y lozanía morena me volvió el entusiasmo por vivir optimista.
Prof. Herbert Edmundo Vaquerano
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