Blanca Flor Bonilla
Luchadora social por los Derechos Humanos.
Las remesas familiares son fundamentales para atender muchas necesidades básicas de las familias quedadas en los países de origen, contribuyendo al compromiso social de los migrantes con sus familias. En términos generales, las remesas contribuyen a que los hogares y comunidades locales se acerquen al bienestar relacionado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los cambios de comportamiento entre los migrantes y la diáspora durante el último año han impulsado todavía más la resiliencia de las remesas, destacándose el aumento de los ahorros y sacrificios de quienes han dejado sus países para fortalecer los flujos de remesas, el mayor uso de los canales de envío oficiales y el primer envío de dinero de más migrantes a sus hogares.
Un informe del Banco Mundial publicado en mayo de 2021 revela una disminución de las remesas de solo un 1.6 %, al pasar de los USD 548,000 millones en 2019 a USD 540,000 millones en 2020. Los flujos de remesas se han multiplicado por cinco durante los últimos 20 años y han servido para contrarrestar las recesiones económicas en los países receptores. La COVID-19 ha sido una prueba de fuego para las remesas mundiales. Para el caso de El Salvador, en el 2020 las remesas significaron el 24 % del PIB y de enero a abril 2021 ha tenido un crecimiento del 47.35 %, en relación a 20201.
Los ingresos de remesa familiar que llegan al país utilizan canales formales como bancos y otras instituciones del sistema financiero nacional o empresas que se dedican a esa misión, así como medios informales: gestores de encomienda, los salvadoreños residentes en Estados Unidos y que visitan a sus familiares en El Salvador y también los salvadoreños residentes en el país y que viajan hacia los Estados Unidos a visitar a sus familiares y amigos.
A pesar del impacto afectivo, psicológico y emocional que significa la separación de la familia y de los riesgos que enfrentan en la ruta hacia su destino, la migración ha sido, y continúa siendo, una alternativa para una gran parte de la población salvadoreña que decide salir del país por factores de empobrecimiento, desempleo, desastres naturales, efectos del cambio climático, reunificación familiar e inseguridad.
Aproximadamente un tercio de la población salvadoreña vive fuera del país, los destinos son Australia, Canadá, Suecia, Italia, España y Europa en general; pero el 93.5 % reside en los Estados Unidos de Norte América (EE.UU.), constituyéndose en la segunda población migrante más grande en ese país —solo superada en números absolutos por población mexicana, en términos porcentuales a la población de origen es mayor la salvadoreña— en relación con la población inmigrante proveniente de América Latina y el Caribe2.
La migración salvadoreña transita mayoritariamente de manera irregular hacia EEUU, a través de territorio guatemalteco y mexicano, lo que significa una travesía riesgosa con muchos peligros y de hechos violatorios de los derechos humanos y civiles: robos, secuestros, violaciones y discriminación, todos ellos acompañados de violencia psicológica y física que ha llevado, en algunos casos, a la muerte. Las que logran llegar a su destino han mejorado su calidad de vida, aunque sufren de discriminación racial. Otras han logrado formar familias. La mayoría de migrantes sueña la reunificación familiar, razón por lo que la migración es imparable. Muchos mantienen la nostalgia por regresar al país cuando alcanzan el retiro laboral.
La migración ha transformado las estructuras familiares, modificando las relaciones y los roles de género en su interior, ya que en algunos casos las mujeres, ante la migración de los hombres, asumen la responsabilidad de la familia. En otros casos, a causa de la migración de ambos progenitores, las niñas, los niños y los adolescentes de ambos sexos quedan bajo la responsabilidad de abuelos, abuelas, tíos, tías y otros familiares3.
Un impacto negativo de la migración es que varias familias han perdido la motivación al trabajo en El Salvador porque tienen la seguridad de que mes con mes reciben remesas de sus parientes, afectando, en alguna medida, la producción en algunos municipios, como el caso de algunas familias de las islas del Golfo de Fonseca que ya no pescan.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), que decretó el 16 de junio como Día Internacional de las Remesas Familiares, hace un llamamiento para que los Gobiernos, el sector privado, las organizaciones de desarrollo y la sociedad civil promuevan soluciones digitales y financieras para que las remesas impulsen una mayor inclusión y resiliencia sociales y económicas. Esto requiere del mantenimiento armonioso de las relaciones diplomáticas entre los Estados, para no generar incertidumbre sobre el flujo de remesas.
1. Banco Central de Reserva de El Salvador.
2. Remesas Familiares. Metodología. Banco Central de Reserva. El Salvador.
3. La migración salvadoreña. https//www.transparencia.gob.sv