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René Rodas in memorian

César Ramírez Caralvá

Escritor y Fundador Suplemento Tres mil

 

Acontecían los años ochenta del siglo pasado, fueron los tiempos de la guerra; el honor, la solidaridad, el tiempo decisivo que le dio a cada quien su lugar en la historia, esa tradición de legado memorial que no solo se escribe con armas, ni asaltos al alba contra la desesperanza blindada de ametralladoras, porque también existen otras leyendas que son más modestas pero impecables en la presencia del pueblo como aquél hombre que ordenó cesar la represión al ejército, los hombres que decidieron permanecer en sus habitaciones en la Universidad Centroamericana unidos por su fe cristiana, además los jóvenes poetas, los artistas, los universitarios que abandonaron sus carreras académicas por el mismo sueño de un mundo diferente, de esos hablamos, uno de ellos fue René Rodas.

Le conocí en el Distrito Federal de México -ahora denominado Ciudad de México- en reuniones informales. Semanas después también nos encontramos con Gabriel Otero, fue una epifanía literaria, no sabíamos que el futuro nos reuniría en la Ciudad de San Salvador, años después.

En la primera reunión con René y Gabriel discutimos la probabilidad de imprimir un documento literario, en nuestros sueños juveniles deseábamos que fuese como la Revista Sur de Argentina, él llevó unos manuscritos: Cuando la luna cambie a menguante,  El libro de la penumbra, Diario (?)… leí aquellos documentos, parecían cantos ancestrales, con ritmos griegos: Homero, Virgilio, en monótonos eventos descriptivos de lenta musicalidad. También nos encontramos en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México (ENAH) ambos estudiamos en esa institución, fraternizamos con muchos amigos y amigas mexicanas, también otras nacionalidades. Eran los tiempos del exilio y la guerra. En cierta ocasión describió su periplo por Europa, relató su beca en Inglaterra, cuando algunos beneficiarios decidieron no regresar a la nación y quedarse en Europa, por lo tanto viajaron al continente, pero sin recursos económicos pronto la realidad les atrapó  en París, entonces él y una amiga decidieron pasar la noche en una caseta telefónica, fue una mala decisión por supuesto, un policía les encontró e interrogó, ellos confesaron sus límites y ante esa circunstancia el oficial se conmovió pronunciando con lástima… “estos jóvenes”… momentos después ofreció su departamento, lo cual fue aceptado; del periplo de Francia recordaba algunas anécdotas de salvadoreños aferrados a sobrevivir, al igual que el desprecio de otras por su apariencia extranjera judía: “tú no eres humano”… todo ello en dilatadas tertulias juveniles; con René compartimos el pan y el vino, soñar y transformar al mundo, como cazadores de metáforas en el concreto y asfalto, nuestro grupo parecía un clan artístico de ingenuos, valientes, leales y extraordinarios agentes literarios, con la divisa: regresar a la Patria y escribir… eternamente.

Años después nos encontramos en la Universidad Dr. José Matías Delgado, él daba cátedra de letras y yo sociología de las comunicaciones a los jóvenes talentos, en otra ocasión nos reunimos con Gabriel, Javier, Mario para celebrar lo mismo: la fidelidad al ideal social, la sincera y noble voluntad de transformar a la nación -desde nuestras letras- la celebración de la eterna juventud que no es más que “la lucha por la verdad” …  quizás en esas palabras brillan aún los valores de la justicia y libertad de otros tiempos, siempre llenas de esperanza sin codicia alguna.

Un 30 de noviembre de 2018 la noticia de su viaje al infinito fue un relámpago de oscuridad entre nosotros… por los recuerdos, por la vida, la revolución y la poesía.

Vaya usted René a ese mundo y retorne para celebrar la justicia, vaya como Odiseo para consultar al adivino Tiresias como regresar a la Patria… vaya como Heracles para capturar a Cerbero en el reino de Tártaro, pero quizás mejor como Orfeo como poeta con su lira que conmueve con su música.

Vaya usted René, con el recuerdo y agradecimiento por su vida entre nosotros.

Vaya amigo nuestro para regresar a la Patria y escribir… eternamente.

René Edgardo Rodas

Nació en Santa Tecla. El Salvador, 1962-2018. Poeta, escritor y periodista de profesión. Estudió Medios de Comunicación en la Universidad Católica Centroamericana de El Salvador (UCA). Fue Director de la revista “Víspera” de Costa Rica y trabajó en el diario El Día de Ciudad de México. Residió en la ciudad de Toronto, Canadá, donde se desempeñó como Director del departamento de noticias de la radio comunitaria CHRY de la Universidad de York. Docente de la Universidad Dr. José Matías Delgado.

Reseñado en:

Imponiendo presencias: breve antología de otros narradores expatriados latinoamericanos / Martivón Galindo y Armando Molina – San Francisco: Ed. Solaris, 1995. 119 p. (Santiago La Bellita)

Obras: Detrás de los violines y otras cuerdas (1984), Cuando la luna cambie a menguante – XIII cantos en prosa (1986), Civilus I Imperator – poema monólogo (1989). Diario de Invierno (1995), Balada de Lisa Island (1999. El Libro de la penumbra (1999), El museo de la nada (2003), y Santiago la Bellita y otros relatos (1994), Poemas de Montréal (2010)

Ver también

Ilustración de Iván Alvarenga. Sin título. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 14 diciembre 2024