César Ramírez
@caralvasalvador
El 20 de agosto de 2018 puede considerarse un día histórico por el establecimiento de relaciones de amistad entre nuestras naciones, se trata de una realidad en la dinámica capitalista del siglo XXI.
En las atribuciones constitucionales del Presidente de la República art. 168. in. 5 “Dirigir las relaciones exteriores”, por este motivo la acción tiene legitimidad en la actual administración.
Es un acontecimiento que termina un capítulo de la guerra fría en nuestra nación, no se trata de ideología sino de inaugurar una nueva era de negociaciones con la segunda potencia económica mundial emergente, que brindará un abanico de oportunidades a nuestra economía y la región centroamericana, agregando que igual iniciativa la comparten naciones como: Panamá, Costa Rica, República Dominicana, Antigua y Barbuda, Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, México, Perú, Uruguay, Venezuela y otros.
Las inversiones de China Popular en la región son millonarias, entre ellas, en Honduras, Panamá, Costa Rica y Nicaragua, las cuales en ninguna forma se consideran pérdida de la soberanía nacional, intervención extranjera o compra de voluntades políticas, por el contrario, son inversiones bien recibidas.
En nuestra nación se trata de aliviar el enorme desempleo, la postración económica, la deuda externa, la falta de inversión internacional, etc., que debe ser superada por un encuentro de racionalidad política, una solución para todos los sectores de la vida republicana, puesto que será difícil enfrentar la deuda externa si no existen acuerdos políticos, de igual forma la apertura a inversión extranjera extracontinental.
La revista Estrategia y Negocios (20AGO018) indica inversiones de China en Honduras por un total de $350 millones para una hidroeléctrica; mientras, en Costa Rica China donó el Nuevo Estadio Nacional por $110 millones, además se suscribió un contrato para carreteras por $450 millones; en Panamá se construye un puerto de cruceros por $165 millones, incluyendo que las inversiones asiáticas se incrementaron de $78 millones en 2014 a $233 millones en 2016.
Así la lectura del momento actual, con la nueva apertura de relaciones diplomáticas tiene buen pronóstico, si a los vecinos no los han rasurado, no debemos poner nuestras barbas en remojo… es tiempo de celebrar con ellos la buena decisión.
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