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Réquiem para Félix Ulloa

Por Leonel Herrera*

Un día de éstos, hurgando en mi librera, encontré el libro “Quince años después La utopía continúa…”, escrito por el actual vicepresidente de la República, Félix Ulloa hijo, publicado en mayo de 1996, en el marco del 15 aniversario del asesinato del ex rector de la Universidad de El Salvador (UES), Félix Ulloa, perpetrado en octubre de 1980 por un escuadrón de la muerte de la extrema derecha.

Aunque leí este libro hace años cuando era estudiante universitario, me dio curiosidad por volver a leerlo para recordar la perspectiva democrática que Ulloa planteaba en su reflexión sobre la vida y el legado de su padre, y contrastarla con el rol nefasto que como vicepresidente ahora tiene en la destrucción de la democracia y la consolidación de la nueva dictadura.

En resumen, el actual vicemandatario se muestra conmovido por las vivencias políticas del rector mártir y convencido de seguir el camino hacia una sociedad justa e igualitaria trazado por su padre. Por eso el título “…la utopía continúa”. “Gracias papá, donde quiera que te encuentres, debes saber que sembraste la semilla necesaria en la tierra adecuada”, escribe Ulloa, al final de su relato.

Hasta hace poco tiempo, Ulloa aún parecía fiel a la promesa con su padre, pregonando principios y objetivos democráticos: como abogado constitucionalista y miembro de la sociedad civil, defendía la institucionalidad, la transparencia, los derechos humanos, la participación ciudadana, etc., desde el Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador (IEJES) y desde diferentes cargos que ocupó dentro y fuera del país.

Cuando asumió la vicepresidencia de la república hace casi cinco años juraba que no avalaría la reelección inmediata de Nayib Bukele, porque había sido un demócrata toda su vida y no iba a contradecirse al final de su carrera. Dijo que aprovecharía su paso por el gobierno para promover reformas a la Constitución de la República para democratizar y transparentar el sistema político.

Sin embargo, pronto empezó a justificar los abusos de Bukele, a repetir sus mentiras y a buscar “artículos escondidos” en la Constitución para justificar las intenciones reeleccionistas de su jefe. Aplaudió la destitución ilegal de los magistrados de la Sala Constitucional y avaló la resolución espuria que abrió paso a la reelección presidencial continua pasando por encima de -al menos- siete artículos que la prohíben expresamente.

Y para completar su reconversión antidemocrática, Ulloa decidió reelegirse él también para, no solo avalar a Bukele, sino acompañarlo en la instauración de la nueva dictadura que iniciará formalmente el 1o. de junio próximo. La reforma constitucional que ahora promueve incluye, entre otras barbaridades, la reelección presidencial indefinida.

Por tanto, Félix Ulloa, el demócrata, ha muerto. El de ahora es sólo una caricatura de aquél que prometía seguir el ejemplo de padre. El rector mártir estará revolcándose en la tumba.

Por cierto, me llamó la atención este pasaje del relato de Ulloa, refiriéndose al legado de su padre: “…cuando pareciera que un cierto pragmatismo cínico se quiere convertir en el horizonte de algunos líderes políticos, me parece oportuno recurrir a su ejemplo, en un intento de redimensionar éticamente nuestro comportamiento, aun en contra de quienes no quieren ver en el pasado reciente la línea de continuidad que puede explicar este presente desolador, para orientarse mejor en el rumbo hacia el futuro”.

Ulloa pareciera hablar del presente, de lo que él es ahora, del discurso negacionista que comparte, del desastre democrático del que es cómplice. Y, al final del fragmento, pareciera como si -desde el más allá- su padre lo llama a rectificar.

*Periodista y activista social.

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