Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
El Ecofeminismo se define como un pensamiento y activismo que analiza críticamente el “modelo ecocida, patriarcal y capitalista”, pero más allá, del concepto Ingrid Wehr, de la cooperación internacional, reconoció que las mujeres que luchan desde sus territorios y comunidades es un aporte extraordinario a sociedad más democráticas.
“Ustedes realizan luchas cotidianas y vincularon como nadie las luchas por derechos sexuales y reproductivos, equidad de género en las casas, en las comunidades y con la lucha global también con los bienes comunes de proteger la naturaleza del capitalismo salvaje”, afirmó.
“Mi admiración a la valentía que tienen ustedes que arriesgan sus vidas cotidiamente y estoy acá para aprender más. Cuando salí del Cono Sur me entregaron un medallón de un picaflor (colibrí) y este ahora me acompaña y lo ofrezco al tiempo que me den ustedes”, expresó Wehr.
En el marco del XIII Encuentro Regional “Pacto de los Pueblos Centroamericanos por la Esperanza, la Transformación Ecosocial y la Justicia Climática”, se realizó el conversatorio “Ecofeminismo -Mujeres Resistiendo y Re-Existiendo: Somos Naturaleza Defendiéndose, que contó con la participación de Sofía Morán e Isabel Quintanilla (El Salvador), Marlen Coreas (Honduras), Consuelo Mancilla (Guatemala) y Marlene Rodas (Costa Rica).
La doble lucha de las mujeres no solo para ganar los espacios protagónicos en la defensa de sus territorios, sino también de sus derechos individuales son evidentes en la región centroamericana. Una constante que acecha a las mujeres defensoras que enfrentan la exclusión, incluso, de los mismos comunitarios.
Sofía Morán, mujer indígena, que junto a su comunidad, defiende el río Sensunapan, Sonsonate, de la construcción de otra hidroeléctrica, pues terminaría represando el agua de la cual dependen las comunidades de los Pueblos Indígenas,salvadoreños.
La defensora explicó que van a cumplir ya 19 años en resistencia en defensa del “abuelo Sensunapan”, enfrentando múltiples obstáculos, primero la pobreza en la que se encuentran y segundo, la presión social ejercida por pobladores que luego de recibir algunas regalías apoyaban a la empresa y la ayuda económica a las iglesias que terminó excomulgando en el año 2009, por su oposición a la octava presa.
“Eso fue momento muy difícil, pero a la vez esperanzador estar fuera de una jerarquía porque nos permitió acercarnos a la espiritualidad de nuestros abuelos y abuelas. Como Pueblos Indígenas, hemos vivido una historia muy sangrienta como 1932, donde masacraron a miles de nuestros ancestros”, señaló.
“Los que sobrevivieron para protegernos negaron su identidad y dejamos de hablar el nahuat y dejamos usar el vestuario y nos obligaron a avergonzarnos de quienes somos. Y estoy aquí representando la resistencia de muchas mujeres indígenas de Nahuizalco, y es un gran logro que a 19 años, no haya podido construir esa represa”, reafirmó Morán.
Estas mujeres con mucha historia de lucha y resistencia en la región centroamericana han generado cambios en el paso del tiempo sobre la forma en como realizan la defensa desde los territorios, por lo que consideraron que compartir experiencias y la reconexión con la defensa de la tierra pondrá al centro la fuerza de las mujeres ante el sistema económico, cultura y social voraz con los bienes naturales.
Marlen Coreas, mujer indígena Lenca, del muncipio de Guajiquiro, departamento de La Paz, Honduras, resguarda una Reserva Biológica, la mayor productora de agua, en donde su principal afluente es el río Palagua, nombre que ha tomado su organización (Plataforma Ambiental Lenca Autóctona de Guajiquiro).
“Nosotras y nosotros somos Lencas, desgraciadamente con los años fuimos perdiendo el dialecto, nuestra vestimenta, pero es digno de resaltar el trabajo que hemos realizado como organizaciones en donde el trabajo en primera línea es de las mujeres”, explicó.
“En los territorios somos las mujeres quienes nos organizamos para defender nuestros bienes naturales, y somos también, las primeras amenazadas por los que llevan estos megaproyectos -lo digo por mi experiencia personal- fue en 2019, hay mucha discriminación por ser Lenca que puede venir desde tu familia y la institucionalidad gubernamental, pese a eso el proyecto hidroeléctrico no llegó, ni a su fase de exploración y este es un logro nuestro”, acotó Coreas.
En esa lucha social Consuelo Mancilla, de Guatemala, refirió la situación que viven miles de comunidades vulnerables frente al cambio climático que impacta con lluvias torrenciales que inundan sus hogares, o sequías más frecuentes en las que sucumben sus cultivos de sobrevivencia.
“Las mujeres hemos sido excluidas siempre para aprender o participar en capacitaciones, cuando es un conocimiento que nos podría enseñar a aprender como buscar alternativas de sobrevivencia, gestión de riesgos, primeros auxilios y cosechas de agua y huertos familiares que nos han ayudado a sobrevivir la pandemia del Covid19”, relató.
“Estamos ahora luchando por recuperar el río Michatoya, y su cuenca que una hidroeléctrica lo afectó este río pasa al margen de nuestras comunidades y junto al lago Amatitán son las fuentes hídricas más importantes de la ciudad capital, pero está a punto de morir por la contaminación de la parte alta, por ahora estamos tratando de que el lago tenga su corriente natural y el río Michatoya siempre tenga fluidez de caudal”, sostuvo Mancilla.
La importancia de la mujeres en la defensa del territorio y su participación en la toma de decisiones por la defensa de los bienes comunes, es para Isabel Quintanilla (El Salvador), una oportunidad de construir conocimiento y despojarse de la servidumbre del colonialismo y patriarcado.
“Nuestro conocimiento se encuentra atravesado por esas emociones, sentimientos y experiencias, no puede estar disosiado -les hablo desde mi experiencia de mujer joven y urbana- en donde encontré el amor a la lucha ecológica a partir de la ciudad, porque son espacios que no son sostenibles, necesitan de los territorios adyacentes para subsistir”, afirmó.
“El modelo (económico) actual depreda esos territorios adyacentes, y esas tierras están no solo viviendo la dinámica del extractivismo, sino la contaminación que producen las ciudades, en donde las mujeres viven otras dinámicas de exclusión como el acoso, abuso callejero que se registra desde el anonimato de las ciudades”, indicó Quintanilla.
En cuanto a estos procesos de empoderamiento y liderazgos, Marlene Rodas, de Costa Rica, afirmó que estos espacios “ayudan a la formación para el trabajo comunitario” por lo que consideró importante el acompañamiento de otras organizaciones nacionales, regionales e internacionales, con el fin de transformar sus realidades.
“Nuestra organización de mujeres se formó para encontrar oportunidades económicas para nuestros hogares y tener una mejor condición de vidas por la carencia de empleos en el área rural”, informó.
“No solo buscamos la defensa del medio ambiente, también tenemos la meta del bien común en la zona rural. Todas las mujeres tenemos anhelos de encontrar estos espacios de desarrollo y oportunidades de como salir de espacios donde estamos sumisas y queremos defender el medio ambiente porque es nuestra casa común”, puntualizó Rodas.
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