( Letrero en Biblioteca Skeen NMT, Socorro NM, 12 de octubre de 2017)
Rafael Lara-Martínez
Tecnológico de Nuevo México
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Desde Comala siempre…
Al celebrar el Día de la Raza, habría que otorgarle a Cristóbal Colón una voz leyendo el Diario. El manuscrito que transcribe Fray Bartolomé de las Casas lo conserva la Biblioteca Nacional de Madrid, Sección de Manuscritos Vitrina 6, no.7. Los fragmentos reproducidos a continuación demuestran la dificultad de aplicar la clasificación bibliotecaria en boga —ficción – no-ficción— a libros de historia que anotan creencias personales y exploraciones europeas. El Diario de Colón inaugura un género literario actualmente llamado ciencia-ficción, el cual se sitúa en la frontera movediza del catálogo anterior. Colón vio Cíclopes, Caníbales similares a Drácula con hocico de perros, Sirenas machos, una isla poblada de mujeres, así como encontró el Paraíso Terrenal en este Nuevo Mundo, situado cerca del Oriente. Se anota que la prueba testimonial del canibalismo equivale a la evidencia visual de “hombres con hocico de perros”, así como la existencia de Drácula americanos —bebedores de sangre— corresponde a la presencia de “hombres de un ojo”. Todos estos grupos étnicos merecen el mismo estatuto factual como habitantes primordiales del continente, según la antropología colombina. Obviamente, nunca se cree lo que se ve, sino se ve lo que se cree. Si aún se piensa que Colón descubrió América, lógicamente, también se presupone que los habitantes de este continente del Lejano Oriente, son esas figuras míticas reales que describen los siguientes fragmentos. He aquí una perspectiva inicial de la diversidad social, cuyo síndrome sigue vigente en las actitudes que proyectan sus propias creencia hacia las otras culturas. En paradoja, la era digital aún imagina la diferencia en problema o síntoma colombino de lo in-humano que amenaza una identidad nacional estable. El mundo global que imagina Colon permanece vivo en la diferencia cultural, religiosa, lingüística, etc. percibida como monstruosidad, viceversa, como paraíso terrenal.
Domingo 4 de noviembre
Había hombres de un ojo, y otros con hocico de perros que comían los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebían la sangre y le cortaban su natura.
Viernes 23 de noviembre
[En la isla] llamada Bohío había en ella gente que tenía un ojo en la frente, y otros que se llamaban caníbales.
Domingo 25 de noviembre
El que lo ve le es de tal grande admiración, cuánta más sera a quien lo oyere, y que nadie lo podrá creer sino lo viere.
Lunes 26 de noviembre
Decían que no tenían sino un ojo en la cara y la cara de perro, y creía el Almirante que mentían, y sintió el Almirante que debían de ser del señorío del Can.
Miércoles 9 de enero
El día pasado cuando el Almirante iba al río del Oro, dijo que vio tres sirenas que salieron bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombres en la cara. Dijo que otras veces vio algunas en Guinea, en la costa de Menegueta.
Miércoles 16 de enero
Dijéronle los indios que por aquella vía hallaría la isla de Matinino, que dice era poblada de mujeres, sin hombres, lo cual el Almirante mucho quisiera por llevar dice que a los Reyes cinco o seis de ellas.
Jueves 21 de febrero
Bien dijeron los sacros teólogos y los sabios filósofos que el Paraíso Terrenal está en el fin del Oriente, porque, es lugar temperadísimo. Así que aquellas tierras que ahora él había descubierto, es —dice él— el fin del Oriente.
(Diario de Colón, Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1968. Prólogo de Gregorio Marañón).