Lima/PL
La candidata presidencial Keiko Fujimori persiste en su resistencia a reconocer la ajustada derrota sufrida ante Pedro Pablo Kuczynski, mientras diversos hechos evidencian irritación en sus filas por el revés.
La hija del exgobernante Alberto Fujimori, preso por crímenes bajo su administración (1990-2000), mantuvo la actitud de esperar «con tranquilidad» y sin comentarios el resultado oficial de la elección de segunda vuelta del pasado domingo.
Obvió así el nuevo informe oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales emitido hoy, tras la conformidad de 99,53 por ciento de las actas de votación, con 50,11 por ciento para Kuczynski y 49,88 para Fujimori, diferencia mínima que equivale a solo 39 mil 201 votos, pero imposible de remontar.
La ONPE informó que solo faltan siete actas de votación por verificar y el total de votos pendientes es mucho menor a los votos que dan ventaja al virtual presidente electo.
El candidato de Kuczynski a la vicepresidencia, Martín Vizcarra, declaró que sus personeros electorales tienen copias de esas actas y confirmó que no alteran el resultado, aunque deben llegar a la ONPE para que la cifra final sea oficial.
La frustración de una derrota que parecía imposible según las encuestas de una semana antes de la elección, entretanto, no solo se reflejó en la parquedad de la candidata fracasada por segunda vez en su intento de llegar a la presidencia.
Escenario de esa irritación fue el Parlamento, donde la bancada fujimorista insinuó que el gobierno maniobró para favorecer a Kuczynski.
Además, planteó otro conflicto al reclamar en vano que la designación del nuevo contralor general, Edgar Alarcón, aguarde al próximo Congreso, en el que tendrá mayoría absoluta ganada en la primera vuelta electoral del 10 de abril.
En el pleno del Congreso, anoche, la legisladora fujimorista Martha Chávez provocó un incidente cuando el primer ministro Pedro Cateriano y los titulares de la Mujer Martha Huayta y del Interior José Luis Pérez, comparecían para informar sobre las medidas del ejecutivo contra la trata de personas.
Chávez acusó en duros términos al gobierno de haber impedido que el domingo voten los policías, que el fujimorismo considera un sector que lo apoya, y Cateriano rechazó la insinuación y reclamó para el gobierno el mérito de haber conducido unas elecciones limpias.