Rosmeri Alfaro
@RosmeriAlfaro
Uno de los sectores mayormente afectados por el cambio climático y la degradación ambiental es el agropecuario, del que dependen muchas personas en el planeta, según el presidente del Banco Central de Reserva (BCR) Oscar Cabrera.
La degradación ambiental tiene consecuencias y costos, tanto sociales como económicos, ya que tiende a reducir los ingresos fiscales y elevar el gasto público ante desastres naturales asociados, incrementando el déficit fiscal.
En El Salvador el cambio climático ha ocasionado pérdidas económicas. “De 2009 a 2011 se tuvo lluvias récord y de 2012 a 2016 un periodo de sequías que llegó a su punto más alto en 2014”, señaló Cabrera.
En 2009 y 2010, la tormenta E96/Ida y Agatha significaron $1,267 millones en pérdidas y daños, equivalente al 6% del Producto Interno Bruto (PIB). El Banco Mundial detalla que los efectos de los desastres naturales graves, ocasionados por el cambio climático, equivalen a pérdidas en el consumo mundial de alrededor de $520 mil millones anuales, empujando a la pobreza a 26 millones de personas cada año.
“En el país las zonas de mayor exclusión del desarrollo son primordialmente agropecuarias por lo que es necesario una estrategia territorial de reducción de las vulnerabilidades que ayude a la transformación de la agricultura primaria hacia la agroindustria. Esto permitiría aminorar la pobreza sobre todo en la zona norte del país”, indicó Cabrera.
“En El Salvador la restauración ambiental puede aprovecharse como una oportunidad para complementar una estrategia de diversificación y transformación productiva basada en la sostenibilidad ambiental y la inclusión social”, señaló el titular del BCR, para quien la búsqueda de la competitividad en la producción y diversificación es clave para que El Salvador logre mayores tasas de crecimiento económico inclusivo.