Álvaro Darío Lara,
Escritor
Como un salmón que va contracorriente y al término de ese increíble recorrido, llega al río inicial de la otra vida. Así vivió y murió Isabel Dada (1941-2017), un extraordinario ser humano y una gran artista.
Genuina vocación animó a Isabelita, desde su temprana niñez y adolescencia, por el mundo del teatro, del espectáculo. Recuerdo cómo narraba sus primeras incursiones en la escena nacional («Soy una linda muñeca», su primera actuación en el Teatro Nacional en 1944), familiar y escolar, cantando y declamando poemas. Seguir esta raigal estrella, no fue fácil. Desde el inicio contó con la natural resistencia familiar, sobre todo, en un medio social y en una época, donde el arte de la escena, era entendido como una actividad nada respetable ni recomendable para una jovencita que se preciaba de su honor. Esto no amilanó a Isabel, y luego vinieron los directores, los maestros, los amigos entrañables, como don Edmundo Barbero, Roberto Salomón, David Calderón, Fernando Umaña. Y las obras, y la fiesta interminable del teatro de la vida.
También en la vida personal, Isabel fue a contracorriente, casándose y divorciándose con el mismo personaje en dos ocasiones. Luchando como madre por sus hijos. Montando proyectos por la mañana, para luego enterrarlos por la noche. Gastando su dinero en abrir academias para el arte. Incorporándose a distintas compañías y elencos teatrales ¡Cómo la recordamos en las piezas dramáticas de Lorca, en «El Zoológico de Cristal», en «La Cantante Calva», en «Tierra de Cenizas y Esperanzas», en «Sueño de una Noche de Verano» y en tantas otras!
Isabel en realidad, sí fue una gitana, una gitana que viajó y viajó por los universos de la magia y de la fantasía. Una gitana plena de amor y libertad. Conversar con ella, era toda una experiencia de humor y de franqueza. Llamaba a las cosas por su nombre, y no dejaba de reír a carcajadas, recordando anécdotas y vicisitudes de la vida. La evoco siempre como una mujer llena de optimismo y de firmeza. Combatiendo sus propios temores, sus miedos, sus debilidades humanas.
La comprensión que las personas necesitan en la cotidianidad, la urgencia de una palabra siempre esperanzadora, orientadora, que actúe como un bálsamo en medio de un mundo hostil, la llevó a coproducir un excelente programa en Radio Clásica: «Venciendo miedos y temores», junto a su hija, la psicóloga clínica Fabiola Valiente. Por supuesto que su programa estelar fue «Homenaje a la vida», espacio dedicado a la poesía de todos los tiempos.
Isabel encarnó maravillosamente la frase de Óscar Wilde: «Para mí, el arte fue una realidad superior y la vida una forma de ficción». La gran actriz ha trascendido ya. El pez finalmente, regresó al misterioso río de donde surgió la vida primera. Queda su gran legado como un ejemplo a las generaciones futuras de entrega y de amor a la palabra, al teatro inmortal. Queda su filme «Los peces fuera del agua» (1969) y el próximo estreno de su última película «Volar», como un testimonio precioso de su bello talento.
Isabel Dada recibió el Premio Nacional de Cultura en 2008, y fue declarada «Actriz Meritísima de la Patria» en 2004. Para ella entonces, el aplauso eterno del emocionado Respetable, que ahora llora –inconsolable- su partida.
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