Nelson López*
Aunque muchos seres humanos confían plenamente en que descienden del mono y se sienten identificados con esos agradables animales, viagra cialis sobre todo por sus expresiones cuando gesticulan con sus hocicos (porque no se le puede llamar boca)… se puede llegar a la conclusión que científicamente no tenemos nada en común, look aunque se pretenda insistir en esa similitud anatómica y en la teoría de la evolución.
Sin embargo, las ratas si, por siglos han sido utilizadas por la ciencia, principalmente la química farmacéutica, para encontrar todos aquellos medicamentos que puedan ayudar a curarnos de cualquier enfermedad, no solamente las más antiguas como la lepra, la tifoidea, la malaria, algunas del corazón, sino que también las que hoy están de moda como la diabetes, el VIH, la hipertensión y podría que hasta la gripe porcina.
En conclusión podemos deducir que quizás nos parecemos más a las ratas que a los monos, aunque en el zoológico por años tuvieran enjaulado a un chimpancé que era el atractivo número uno para toda la cipotada… que ahora ya sobrepasa el medio centenar de años… de edad. Era pelaje blanco y todo lo que podría ser la cara era entre rosado y rojo, y todos lo conocíamos como el chele Pavián.
Pero las ratas son especiales, y sobre ellas hay decenas de historias, cuentos, tratados… y películas, pero hasta en las lides políticas salen a bailar como en las películas de dibujos animados. Hace unos meses le dijeron a un presidente, por cuestiones de campaña electoral, que se le hundía el barco, y lo decían los empresarios que estaban en contra del partido de ese presidente y que pretendían ganara el partido de ellos. El presidente aclaró que como capitán no abandonaría el barco.
Ah… además el presidente rápidamente comparó la agilidad que tienen las ratas para saltar de los barcos que se están hundiendo con la de los empresarios que salieron a invertir a otros países y que sacaron sus millones de dólares o sea sus enormes capitales, para resguardarlos en los centros financieros de las islas Caimán o de las Bahamas, o de Miami o de Suiza.
Claro que los estudiosos de las ratas se alegran con estos alegatos porque así queda demostrado la mayor cercanía de las ratas con los humanos que la de los simios, aunque en España le digan monos a los jugadores, y les tiren los apetecidos bananos.
Pero con lo que a nadie le gusta compararse es con las cucarachas, a pesar de lo inofensivos que son esos invertebrados que no muerden como una rata, mas bien hacen cosquillitas, quizás a algunos les molesta lo pegajosas que son, y también, quiérase o no, son feísimas, ya sean cheles (cuando mudan) o café oscuro. Lo triste es que al nomás sentirlas dan ganas de destriparlas.
Pero hoy, aunque no quieran (las cucarachas) se les podrá comparar, en lo prolífero, con los analistas políticos que han reventado, y que los podemos ver por todos lados, de noche o de día, y siguen saliendo más, y lo peor es que ocupan los espacios de los que por muchos años fueron escasos y difíciles de ver o encontrar, cuando los conocíamos los admirábamos y les poníamos atención… pero desaparecieron y hoy ese espacio lo tiene acaparado… el cucarachero.