Por: Rolando Alvarenga
Mucha alegría y entusiasmo ha generado la noticia sobre la resurrección de la otrora célebre entrega de “La Espiga Dorada” a los mejores atletas del año. Una premiación que, ante la “quebrazón” económica del INDES y el COES -que solo tiene para complementar los gastos de sus ejecutivos al extranjero-, le ha hecho mucha falta al deporte durante los últimos años.
Pues bien, como gato viejo de andar en este triste mundo deportivo, me recuerdo bien cómo nacieron y cómo crecieron con los años estos eventos de pomposa gala protocolar, al mejor estilo de los ricos y famosos.
Este evento arrancó con pie derecho, con bastante certeza y justicia a la hora de determinar los ganadores. Es más, llegaron a tener gran protagonismo junto a las “Águilas Doradas” que otorgaba el bien recordado Enrique Molins.
Pero como no hay lunas de miel eternas, la mayoría de diferentes comités organizadores se fueron perdiendo en el camino y empezaron a dejar por fuera a los auténticos merecedores de “La Espiga”, y todo porque a través del tiempo la mayoría de federativos solo tenían ojos para sus atletas fieles y leales.
Razón de suficiente peso para incluirlos en las ternas, dejando por fuera a los cae mal o marginados por denunciar lo malo y lo feo de sus federaciones.
Y el periodismo no fue la excepción, porque en varias nominaciones hubo mano peluda y compadre hablado.
Por tal razón, ahora que para bien y alegría del deporte revive esta máxima premiación deportiva, ojalá haya transparencia al cien por ciento, con un jurado diáfano y puro en su integración de personajes, que contraste las fojas de los candidatos y así garantizar que -les guste o no les guste a ciertas federaciones “enamoradas o comprometidas con atletas”- haya justicia deportiva y este homenaje recupere la pompa de sus primeros años.
Aunque creo que la escogitación será muy fácil este año, ya que no hemos tenido muchos grandes sucesos y tampoco se trata de una garduña.
Yo estaré ojo al Cristo, porque el peso y transparencia son lo que dan o quitan la credibilidad a los grandes eventos de alfombra roja.
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.