Por Blanca Morel
Totumbla/AFP
Para comprar hielo, Celsio tenía que cabalgar durante ocho horas por la montaña con un termo a cuestas hasta una ciudad cercana porque no había luz en Totumbla, una de las comunidades más remotas del norte de Nicaragua.
Por las noches iluminaba su casa con un candil o extraía la madera de ocote de los bosques del cerro Güisisil, cercano a su aldea, para prender una fogata.
Cuando podía, compraba pilas para escuchar música y noticas en una radio, y para bañarse iba a una poza a unos kilómetros de su casa, ya que sin energía era imposible instalar una red de agua potable en la comarca.
Totumbla es una comunidad ubicada en una elevada meseta de caminos rocosos del norteño departamento de Matagalpa, donde los lugareños dicen abundan las serpientes cascabel.
Hace tres años, obreros llegaron a colocar postes a lo largo de 27 km de la montaña para tender las redes de electricidad, y al cabo de cuatro meses la luz iluminó los hogares de los 2.000 habitantes de Totumbla.
«Con la luz nuestra vida ha cambiado bastante, tenemos más comodidad», dice a la AFP Celsio Mendoza, un agricultor de ojos claros de 55 años, quien vive de pequeños cultivos de trigo, maíz, frijoles y el cuido de aves silvestres y cerdos.
Ahora en su casa tiene una refrigeradora un televisor, un abanico y un equipo de sonido, cuenta el hombre junto a su esposa Ofelia, padres de dos hijos que emigraron a trabajar a Managua.
Su vecina Flor Reyes, de 34 años y madre de dos niños, recuerda que sin luz «vivíamos en las tinieblas». Desde que llegó la electricidad, aprovechó la refrigeradora en su casa para montar un negocio de venta de bebidas gaseosas y jugos.
Con la luz se instaló la red de agua potable que mejoró las condiciones de vida de la población.
Energía para todos
Totumbla es una de las más de 2.000 comunidades rurales que han sido beneficiadas con la revolución energética que impulsa Nicaragua desde hace 10 años, tras sufrir por años de prolongados apagones, informó la estatal Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica (Enatrel).
La electrificación en Totumbla y 12 caseríos adyacentes fue posible con una cooperación canadiense de cerca de medio millón de dólares.
La luz también llegó a otras comunidades cercanas como Agua Fría, Los Delirios y Los Corrales, además de aldeas pobres de otros departamentos.
Más de 3.300 km de redes eléctricas fueron construidas en los últimos años por Enatrel para dar luz a casi medio millón de viviendas con inversiones de organismos multilaterales, cooperantes y fondos estatales, según datos oficiales.
También se facilitaron 1.500 paneles solares en casas y escuelas de zonas pobres del Caribe y se entregaron 250 módulos para bombear agua a pequeños agricultores del corredor seco del Pacífico.
Estos esfuerzos permitieron ampliar el acceso a la electricidad de 54% de los hogares en 2007 a 90% en 2016.
«La electrificación sin duda alguna es el logro más importante del gobierno porque a la gente le cambia la vida, los integra a la economía», afirma a la AFP el presidente de la Cámara de Energía de Nicaragua, César Zamora.
El país ha invertido desde el 2007 alrededor de 2.000 millones de dólares en proyectos de electrificación y generación que ayudaron a superar los apagones y a reducir la dependencia del petróleo con la explotación de fuentes renovables de energía, señala Zamora.
Actualmente, 51% de la matriz eléctrica se basa en fuentes eólicas, hídricas, geotermia y biomasa, y 49% es térmica, precisó.
Las turbinas eólicas funcionan principalmente en el istmo de Rivas, cerca del gran Lago Cocibolca (sur), mientras un proyecto solar de 12,5 megavatios, dirigido por un grupo danés, planea entrar en operación este año.
En la generación participan inversionistas de Estados Unidos, Israel, Centroamérica, Venezuela, Nicaragua y Dinamarca.
«Hoy tenemos energía suficiente, la demanda máxima anda por 680 megavatios y tenemos una capacidad instalada de 1.300 a 1.400 megas», detalló.
Zamora reconoce sin embargo que el sector enfrenta el reto de reducir las altas tarifas que pesa sobre la clase media y las pequeñas empresas, mientras los pobres y las grandes industrias gozan de subsidios.