Eduardo Badía Serra,
Director de la Academia Salvadoreña de la Lengua
También en octubre, (el 21 de octubre de 1918), nació otro insigne intelectual salvadoreño, miembro distinguido e ilustre de la Academia Salvadoreña de la Lengua. Me refiero al gran jurista salvadoreño Reynaldo Galindo Pohl. Galindo Pohl nació en Sonsonate, obtuvo su título de bachiller en el Colegio García Flamenco, se graduó de Abogado en la Universidad de El Salvador en el año 1950, fue un abogado distinguido, diplomático y funcionario en distintos organismos nacionales e internacionales, en los que desarrolló una actividad intensa y rica, debiéndose mencionar entre otros cargos: Miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; Representante por El Salvador ante la Conferencia Diplomática de Naciones Unidas, y negociador en ella de la Convención de Viena sobre Derechos de los Tratados; director del Departamento Jurídico de la OEA; jefe de la delegación salvadoreña en la Tercera Conferencia de Naciones Unidas sobre Derechos del Mar; etc. Distinguido con las órdenes José Gustavo Guerrero y José Matías Delgado.
Prolífico, fino y destacado escritor, se cuentan entre sus obras: Crónica del 32; La idea del derecho en Kant; Guión histórico de la ciencia del derecho; y particularmente, su trabajo de tesis como requisito para obtener su título de Abogado, premiada con Medalla de Oro, “Notas de Filosofía”. En esta, Galindo Pohl sostiene una muy particular e importante posición sobre los valores. Dice que “los valores son la cultura”. En mi libro “Introducción al estudio de los valores”, expongo su posición en la forma siguiente:
Los valores, dice, son una categoría óntica especial en lo existente. El valor es el género que engloba a los valores. Todos los valores derivan hacia una unidad: el valor. Ello hace surgir una gran esfera ontológica, la de la “estimativa”, y otra dimensión de la vida humana, la del “preferir”, del seleccionar, del mérito. Esta dimensión es decisiva en la vida humana.
Aunque los valores están fuertemente cargados de subjetividad, son sin embargo provocados por un objeto. Para Galindo Pohl, las cosas no valen porque nos agradan o las apetecemos; más bien las apetecemos y nos agradan porque valen. De tal forma que entonces se invierten los términos y el valor se hace objetivo. Los valores tienden así un puente del subjetivismo al objetivismo.
Galindo Pohl no desarrolla una caracterización propia de los valores; más bien parece compartir ciertas posiciones con determinados autores y/o determinadas corrientes axiológicas: Por ejemplo, siguiendo a Lotze, los valores para él “no son sino que valen”; además, los valores pueden ser tanto positivos como negativos, y tienen rango entre sí; siguiendo la teoría objetivista de los valores, estos son absolutos, y más aun, como dice Ortega, son absolutos y casi matemáticos. Cuestiones estas anteriormente ampliamente debatidas y consideradas parte del contexto histórico de la axiología.
Sin embargo, finalmente, este autor define ya un poco, y esto probablemente sea lo medular de su posición: “Los valores son vida humana. La historia los confirma y forma una concepción sobre ellos: justicia, bien, belleza, etc.”. son, así, un producto cultural, obra no de un individuo sino de una sociedad. Son “concepción colectiva que se fija por medio de la educación, que se transforma cuando cambian las circunstancias de la vida del pueblo”. En una palabra, “los valores son la cultura”, dice contundentemente, y como “….el hombre histórico no es el género humano…..sino que es el hombre de cada cultura, y cada cultura tiene, con todo derecho, sus valoraciones propias……”, para Galindo Pohl entonces los valores están en el tiempo y en el espacio, y corren con estos en su eterna dinámica.
Se advierte en Reynaldo Galindo Pohl un dejo relativista muy matizado pero franco. Así también hay un vago sentido dilteyano y de alguna manera platónico en su concepción axiológica. Y aunque no hay una teoría de los valores expresa y clara, sí es definitiva su síntesis de los valores en la cultura, elemento este que pudiera desarrollarse y profundizarse de alguna manera.
Reynaldo Galindo Pohl fue un Miembro distinguido de la Academia Salvadoreña de la Lengua. Su sobrino, David Escobar Galindo, que también nació en octubre, exquisito poeta y hombre del gran pensamiento, también lo es. En nuestra Academia hay una inmensa riqueza en las obras que han escrito sus Miembros. Ahora, el tema de los valores es cotidiano, todos hablan de él, pero lo hacen sin sustento, sin profundizar en lo que estos son, (aunque debo decir que los valores, ontológicamente, no son sino que valen, no son entes, son simplemente valentes, y están ahí en la vida, no se enseñan en ninguna escuela, simplemente se descubren al sernos no-indiferentes), limitación que podría bien superarse si las obras de estos grandes salvadoreños se leyera, se estudiara, y fuera motivo de análisis en nuestro sistema educativo.
La Academia Salvadoreña de la Lengua tiene abiertas sus puertas para que quien desee visitar su sede, en la Casa de las Academia, (Casa Dueñas), lo haga con entera libertad. Allí se le atenderá con el derecho que le confiere ser simplemente un miembro de nuestra sociedad, y allí podrá encontrar en su Biblioteca, una rica colección de obras que podrán estimular su gusto por la buena lectura. Les esperamos.