Iosu Perales
Hoy 1 de octubre me he enterado de que la compañera Rhina Clará se nos ha ido. Al saberlo, un impulso me ha empujado hacia el ordenador para escribir estas líneas y recordarla. Pienso en las palabras a dedicarle mientras escucho a otro grande, Charles Aznavour, que hace unas horas ha viajado también hacia la otra orilla.
Rhina lo llenaba todo. Donde ella estaba había alegría, vida. Siempre tenía bonitas palabras cuando nos encontrábamos. Era una de esas mujeres vestida con los mejores colores de la humanidad, solidaria, amiga, bromista, y dedicada plenamente al pueblo y al FMLN. Nos duele que ya no podamos abrazarla. “La muerte es irreverente, no respeta nada, ella cual ser egoísta sigue su camino como si mantuviera una lógica propia, incomprensible para los pobres mortales”, escribió Eduardo Galeano.
Pero la muerte no lo sabe todo. Hay cosas que ignora. Y es que no puede llevarse consigo los afectos, las emociones y experiencias vividas, las ideas, las palabras. Sin saberlo, la irracional señora, es una perdedora. No conseguirá arrancar del todo de nuestras vidas el tiempo que hemos compartido con Rhina, las conversaciones tenidas, las luchas y las ilusiones comunes.
Recordar, del latín re-cordis, es volver a pasar por el corazón. Lo hacemos al recordarte Rhina, hermana, camarada. En la montaña te acostumbraste a convivir con una vida pendiente de un hilo. Ya entonces sabías que la muerte y el nacimiento son hermanos. Que la muerte ocurre para que el nacimiento sea posible. Y que hay nacimientos para confirmar que la muerte nunca mata del todo. Pero, ¿por qué tan pronto? Eso nos duele.
Si en la vida era bullicio y risa, me cuentan que se ha ido en silencio, sin armar ruido para no despertar a nadie. De forma modesta, sin protagonismo. Parece que la escucho decir desde su fina ironía “la muerte no es para tanto, no es más que la vida”. La muerte es una vida vivida.
La idea tengo de Rhina, con quien conversé muchas veces con motivo de mis visitas a El Salvador es de una mujer entregada al pueblo, fiel creyente de los ideales del FMLN, leal a la militancia y a la dirigencia, De las que siempre cumplen. Tenía un carácter humano extraordinario. Rhina, alguien dijo que morir es como dormir.
La muerte es hermana del sueño. El sueño es una muerte corta. La muerte es un sueño largo. Yo no soy sabio para saber cuánto de verdad o de ilusión hay en esta frase, pero sé que eres inmortal en nuestra memoria y en nuestros corazones, porque siempre te recordaremos.