Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso
¿Quién no deleita sus sentidos ante obras de arte de valor histórico, finamente conservadas por restauradores? pero ¿Cuál es la función de estos? En palabras sencillas es la de mantener en buen estado obras de arte y objetos de interés fidedigno mediante procesos de limpieza, reparación y mantenimiento.
Estos especialistas dedican su tiempo a un solo tipo de objetos como: tejidos, muebles, esculturas, imaginería religiosa o pinturas, combinando técnicas artesanales y fundamentos científicos para el tratamiento de dichos objetos, permitiendo su conservación, a fin de que no sufran deterioro en su resguardo con el paso del tiempo.
Los restauradores comprueban la autenticidad de los objetos, utilizando el análisis de pigmentos y pruebas del carbono-14, en ocasiones con el uso de rayos X permitiendo mostrar la estructura interna del objeto en cuestión, así como las reparaciones antiguas o recientes, identificando técnicas y materiales utilizados en su creación.
La labor de estos profesionales, es operar sobre el objeto con la mínima intervención posible, por lo que, son precisos en sus movimientos, así como en la aplicación de técnicas en puntos exactos de la obra de arte.
A lo largo de su historia Santa Tecla cuenta con restauradores que dejan huella en tal especialidad, entre estos el maestro Raúl Ávila (+) y Leticia Escobar (+), entre otros. En esta ocasión conoceremos brevemente a un joven restaurador en nuestra ciudad.
Roberto Orlando Castillo nació en Santa Tecla el 26 de septiembre de 1966, hijo de Roberto Orellana (+) y Jesús Castillo Marroquín, quien con esfuerzo y dedicación sacó a sus tres hijos adelante. Roberto Orlando se formó académicamente en la Escuela Alberto Masferrer e Instituto Nacional José Damián Villacorta.
Sus inicios datan desde 1981, siendo estudiante de bachillerato, en la que, decidió ayudar a su progenitora en los gastos de casa, por lo que conoce al maestro Ávila, quien lo aceptó junto a otros jóvenes en su Taller Escuela, en la que Roberto desarrolló tareas de lijado y preparación de base, así como tallado de caras y manos bajo la supervisión de su mentor.
Con el paso del tiempo, se especializó en nuevas técnicas y conocimientos, lo que le llevó a ser contratado a domicilio, contando para ello con el consentimiento de su maestro, a quien recuerda con cariño. Entre sus múltiples trabajos de restauración se encuentra la residencia de la familia Guirola, en Zacatecoluca, departamento de La Paz, en la que reconstruyó ventanas, puertas y retablos, entre otras obras de arte.
Con 44 años de experiencia Roberto Castillo continúa dando una nueva vida a muchas piezas de valor histórico en nuestro país.
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