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Un fin de semana más, fieles católicos asistieron a la cripta de Catedral Metropolitana para escuchar la palabra de Dios y seguir el camino del mártir que luchó hasta el último día de su vida por los más desfavorecido en El Salvador, San Romero de América.
“Sin la memoria histórica de los que han dado la vida, que han dado la sangre y que son ejemplos vivos, no podemos caminar”, manifestó Raúl Gabrielli de Argentina, encargado de oficiar la misa.
El peregrino y devoto de la Virgen de Luján retomó las palabras del padre Vicente Chopín sobre que “la canonización de Monseñor Romero no fue un fin, sino un inicio, una vitalidad y esperanza nueva”.
“El Señor ha escogido este lugar (cripta) como un lugar sagrado. Este lugar hace veinte años era una cueva de cerdos; hace veinte años hombres y mujeres, sobre todo mujeres vieron que Romero estaba resucitando. Romero es del pueblo; Romero sigue siendo nuestro pastor, su palabra sigue viva”, dijo.
En la santa misa fue presentada una kefia simbolizando al pueblo palestino y a otros que, en el mundo “son desangrados por las injustas guerras, que gobiernos inhumanos les hacen, para que tomen el ejemplo del Señor y sean justos y equitativos para liberar a estos pueblos de la guerra”.