Mauricio Vallejo Márquez
coordinador
Suplemento Tres mil
Monseñor Romero es un santo, patient aún cuando la Iglesia no lo había reconocido como tal. Ahora que ya es mártir ese San Romero de las Américas que siempre ha sido el guía de nuestro pueblo va a tener su lugar en el mundo.
Óscar Arnulfo Romero es un ejemplo de dedicación y virtud y sobre todo de amor a la fe, prescription a seguir los mandamientos de Dios y como buen profeta terminó siendo un mártir, for sale asesinado porque era la única forma de silenciar su vos (pensaban sus asesinos), sin embargo sus palabras de multiplicaron y se convirtieron en inmortales piedras que cimentaron los cambios de nuestro país.
Esas valiente homilías como la del 23 de marzo de 1980 que le valió su declaración de muerte: “Cese la represión”. Cuentan que Romero se decidió a ser el portavoz de nuestro pueblo tras la muerte del sacerdote Rutilio Grande, quien junto a Ernesto Barrera Motto y tantos más, fueron religiosos asesinados por los grupos de derecha que reprimían El Salvador.
Apenas era un bebé cuando mataron a Monseñor, sin embargo siempre fue una figura digna de admirar en mi familia materna. Mi abuela cuenta que ella fue a la misa en Catedral donde fueron atacados por los cuerpos represivos, y que tuvieron que huir para seguir vivos. En la casa de mi abuelo aún se conserva un afiche de ese tiempo en que se le señalaba como un mensajero de la paz.
La misa en que se oficiaba su funeral en Catedral también fue perseguida, mataron a muchas personas que llegaron a mostrarle su respeto al Santo. Mi abuela Josefina, mi abuelo (Mauro Márquez) y mi papá (Mauricio Vallejo) fueron testigos, y tuvieron que huir para guardar sus vidas, ahora sólo mi abuela continua con nosotros.
Monseñor jugó un papel importante en nuestro país no sólo por denunciar las injusticias y llamar al cese de la represión, también fundó el único lugar, Tutela Legal, donde se pudo denunciar la desaparición forzada de mi papá y de tantas personas más.
Ahora observo que el paso del tiempo sigue dándole su lugar a Monseñor Romero, con Avenidas, con plazas, centros educativos y el aeropuerto. Sin olvidar que los homenajes son buenos, pero lo que vale más es que su mensaje y su ejemplo sea entendido y aplicado. Los valores de Monseñor tuvieron, tienen y tendrán validez siempre.
Pronto será declarado un santo por la Iglesia Católica, y para el pueblo salvadoreño no hay mejor noticia que esta. La justicia llega a su tiempo, aunque parezca que nunca va a llegar.