Romero y la oratoria

MONSEÑOR ROMERO EN LA ORATORIA.

Por el Lic. Jose Antonio Velis Tobar.

Periodista y Pedagogo.

Una de las habilidades académicas que más sobresalieron en este inspirado religioso fue su alta y ponderada “ORATORIA”, un género que no solo iguala sino supera a los famosos clásicos de la literatura en este rubro,  porque dicho orador, quien se convierte en un apóstol moderno de Jesús, fue inspirado por la luz del Espíritu Santo con toda su plenitud. Desde luego, su retórica  lingüística,  viene a enriquecer como género literario la cultura de El Salvador y el mundo de las letras.

Por su brillante oratoria Monseñor Romero, desde ya se puede situar en la galería de los más excelentes oradores de la Iglesia y literatura universal, al estilo de Agustín de Hipona, Ambrosio de Milán, Fray Luis de León, Antonio de Padua y otros quienes se volvieron geniales exponentes y representantes de las letras y oratoria sacra, sapiencial, mística y religiosa.

Por otra parte, dando antecedentes biográficos sobre este piadoso sacerdote, desde 1944 empieza a desarrollar su actividad pastoral cuando fue nombrado párroco del pueblo Anamorós en el departamento de la Unión.

Poco tiempo después lo trasladan a San Miguel para continuar sus actividades eclesiásticas y una de las principales  fue  como Secretario de esta Diócesis. Dichas funciones fueron designadas por el entonces obispo Monseñor Miguel Ángel Machado.

En efecto, además de atender dichas funciones, el padre Romero era invitado por su capacidad intelectual y religiosa a impartir cursos y charlas de cristiandad, ejercicios espirituales, y  desde aquella época fue desarrollando su innata y genuina Oratoria.

EL  permaneció más de veinte años en la Diócesis de San Miguel, dejando el significativo recuerdo  como un  elocuente predicador  y conferencista.

El laborioso sacerdote venia sobresaliendo en el ejercicio de sus funciones pastorales que el 4 de abril de 1967 con motivo de celebrar sus bodas de plata sacerdotales, recibió el título de Monseñor. Transcurridos tres años después el 3  de mayo de 1970  fue nombrado Obispo Auxiliar, junto a Monseñor Arturo Rivera y Damas del Arzobispo Monseñor Luis Chávez y Gonzáles. La ceremonia de consagración de Monseñor Romero como Obispo fue el 21 de junio de 1970 en el Gimnasio del Liceo Salvadoreño.

CONFERENCIAS DISCURSOS Y PREDICACIONES

Pasan varios años de su labor eclesial como Auxiliar del Arzobispado y el 15 de octubre de 1974 Monseñor Romero fue nombrado como Obispo titular de la Diócesis de Santiago de María en Usulután.

En estas vicisitudes Monseñor Romero promovía con su cualidad  de orador los valores evangélicos y valores éticos de la Iglesia a través de sus conferencias, discursos y predicaciones. Su labor como Obispo en Santiago de María con sus específicos problemas religiosos y sociales finaliza  en Febrero de 1977, cuando el Vaticano lo nombra por su capacidad pastoral como Arzobispo de la Arquidiócesis de San Salvador  y como Arzobispo Auxiliar le acompaña Monseñor Arturo Rivera y Damas.

Durante su arzobispado desde 1977 a 1980 cambia su tradicional oratoria hacia una  oratoria crítica, denunciante y valiente, ante las injusticias humanas y represiones que sufría el pueblo salvadoreño. Su cambio es notorio a partir del ignominioso crimen del sacerdote Rutilio Grande y sus acompañantes, Sr. Manuel Solórzano y el Joven Nelson Rutilio Lemus.  Un hecho ocurrido  el 12 de marzo de 1977, cuando el sacerdote se dirigía a  celebrar misa al pueblo de El Paisnal.

Y según lo expresa en su obra, “SENTIR CON LA IGLESIA”, el Lic. José Eduardo Cubías Colorado.” La muerte del padre Rutilio Grande fue decisiva para que Monseñor Romero comenzara su denuncia del asedio y persecución contra la Iglesia Arquidiocesana.

En esta coyuntura pastoral expongo, su palabra evangélica y apegada a la defensa de los derechos humanos, trasciende las fronteras, y lo más admirable es que las organizaciones internacionales, humanitarias, académicas y religiosas se solidarizan con su valiente y justa posición social y humana, que venía adoptando en defensa de los Derechos Humanos. En estas vicisitudes religiosas en que se desenvolvía, distintas Universidades nacionales y extranjeras lo invitaban para que les fuera a dar conferencias, porque necesitaban  conocer de su palabra evangélica y  veraz, la realidad social que afrontaba crudamente el país.

Respecto de los homenajes, a que lo invitaban y ofrecían, trataba de evadirlos, no obstante, finalmente los aceptaba persuadido y alentado por sus más allegados consejeros religiosos entre ellos Monseñor Ricardo Urioste (Q.E.P.D), además Monseñor Arturo Rivera y Damas (Q.E.P.D), por consecuencia estos galardones, expresaba, que los recibía con toda modestia, en honor del pueblo salvadoreño y nuestra Iglesia..

 

Por otra parte, estos coyunturales acontecimientos y  homenajes le inspiraban a crear significativos y elocuentes discursos. Por lo tanto dentro de la gama específica de sus discursos que ofreció en sus eventos académicos, carrera religiosa y social, entre los más connotados se encuentran uno cuando le otorgaron el título, “Doctor Honoris Causa”  en Letras Humanas por la Universidad de Georgetown, Estados Unidos, que pronunció, en la Catedral Metropolitana de San Salvador, el 14 de Febrero de 1978.-

Algunos fragmentos de este discurso se los expongo a continuación.

DISCURSO CON MOTIVO DEL DOCTORADO HONORIS CAUSA  EN LETRAS HUMANAS POR LA UNIVERSIDAD DE GEORGETOWN.

Santa Iglesia Catedral, 14 de febrero de 1978

La Catedral de San Salvador se ha transformado esta noche en el paraninfo de la célebre Universidad de Georgetown. Se revive así aquel antiguo consorcio de la fe y de la cultura académica que, en otro tiempo, vivieron clásicas catedrales y famosas universidades. Se recuerda también que fue a la sombra de las catedrales donde nacieron estos centros académicos de alta cultura que hoy son gloria de todas las ramas del saber en el mundo. Pero hay algo original en este ambiente sacro-académico que conjugan Georgetown y nuestra Catedral. Y es que soy yo mismo -Pastor y Maestro de la fe en esta Arquidiócesis- quien viste, en su propia cátedra, el honroso atuendo de un doctorado en Letras Humanas que «honoris causa» viene a conferirme generosamente el Alma Mater de Georgetown.

Y es esta originalidad la que quiero destacar, al expresar mi agradecimiento y mi saludo. Porque creo que ese signo original de un humilde pastor, revestido con un título universitario, es el que esté expresando el alcance profético y eclesial de las intenciones de Georgetown y de quien, emocionado y agradecido, recibe este inmenso homenaje

EN SU FINALIZACIÓN OTRO FRAGMENTO DE SU EXTENSO DISCURSO ES: un eco de la denuncia  y de la llamada a la conversión.

Finalmente, creo que no estaría completo el sentido eclesial y profético de este homenaje al humanismo, si olvidáramos el poderoso sector humano que, desde un verdadero culto a la violencia -institucionalizada o reaccionaria- atropella y sacrifica la dignidad de las imágenes de Dios. El servicio y la defensa de esta dignidad del hombre, el dolor y la vergü manismo, si olvidáramos el poderoso sector humano que, desde un verdadero culto a la violencia -institucionalizada o reaccionaria- atropella y sacrifica la dignidad de las imágenes de Dios. El servicio y la defensa de esta dignidad del hombre, el dolor y la vergüenza de tanta gente y tantos hogares ultrajados y desolados, han puesto en la boca de nuestra Iglesia el grito angustioso de la denuncia y el repudio. «No a la Violencia» ha sido su grito imparcial contra cualquier mano que se levanta contra cualquier hombre y hace de la violencia un acto que mancha de pecado el mundo.

Pero en ese grito de denuncia y repudio, jamás inspiró a la Iglesia la pasión de la venganza o el resentimiento. Su reclamo ha sido la expresión severa de una madre que recuerda a sus dos hijos en conflicto que son hermanos; su voz ha sido la voz de la redención que llama a conversión y ofrece perdón al fratricida que se arrepiente.  Sigue……………………

Otro DISCURSO muy significativo y académico que dirigió, fue cuando se le otorgó el Doctorado Honoris Causa conferido, por la universidad de Lovaina, el 2 de febrero de 1980.

Planteo  un fragmento sobre el discurso que ofreció en el significativo homenaje en Bélgica, cuyo temática  fue:

“DIMENSION POLITICA DE LA FE DESDE LA OPCION DE LOS POBRES”

Vengo del más pequeño país de la lejana América Latina. Vengo trayendo en mi corazón cristiano Salvadoreño y de pastor, el saludo, y el agradecimiento y la alegría de compartir experiencias vitales.

Saludo.

Saludo, ante todo, con admiración a esta noble “Alma Mater” lovainense. Jamás imaginé el inmenso honor de esta vinculación honorífica con un centro europeo de tanto prestigio académico y cultural, donde nacieron tantas ideas que han contribuido al maravilloso impulso de la Iglesia y de la sociedad para adaptarse a los tiempos nuevos.

Agradecimiento.

Por eso, vengo también a expresar mi agradecimiento a la Universidad de Lovaina y, desde ella, a la hermana Iglesia de Bélgica. Porqué este doctorado de honor, lo quiero interpretar no tanto como un homenaje a mi persona. Me abrumaría la desproporción enorme de tanto peso sobre tan pocos méritos. Más bien permítanme interpretar este generoso galardón universitario como un cariñoso homenaje al pueblo de El Salvador y a su Iglesia, como un elocuente testimonio de apoyo y solidaridad para con los sufrimientos de mi pueblo y su noble lucha de liberación y como gesto de comunión y simpatía con la actuación pastoral de mi Arquidiócesis.    Sigue……………

Basta con estos fragmentos de su extenso, valioso y académico género del  discurso. Sin embargo en el camino del enfoque específico de la Oratoria de Monseñor Romero, fueron sus HOMILÍAS las más importantes en su carrera como ORADOR.

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