Julia Evelyn Martínez
Una de las causas de la restauración neoliberal que está ocurriendo a nivel mundial es la incapacidad de muchos gobiernos progresistas de superar el fetichismo del Capital.
Detrás de toda victoria electoral de un partido de izquierda en las últimas dos décadas, se encuentra indudablemente la capacidad de estos partidos de haber transformado la indignación popular frente a los resultados del neoliberalismo (desigualdad, empobrecimiento, despojo de bienes comunes, deterioro de recursos naturales) en esperanzas de cambio hacia una sociedad radicalmente opuesta. Sin embargo, asistimos a la gradual derrota ideológica y política de muchos de estos gobiernos y al regreso de versiones “empeoradas” de gobiernos conservadores.
¿Por qué está ocurriendo esto? Un aspecto común de los partidos que encabezan a los gobiernos progresistas ha sido la ruptura entre el discurso y la práctica. Mientras sus discursos oficiales expresan sendas críticas contra el Capital y sus efectos negativos sobre la vida; sus políticas continúan orientándose al mantenimiento del “clima de inversión” que necesita el Capital nacional y transnacional para ampliar sus procesos de explotación de la clase trabajadora y/o la profundizar del despojo social de bienes comunes y recursos naturales (agua, tierra, biodiversidad).
En determinado momento, esta separación entre el decir y el hacer, les pasa factura: los sectores populares se distancian de los gobiernos y dejan de votar a partidos progresistas, en tanto que los sectores empresariales les amenazan con dejar de invertir y/o con eliminar fuentes de empleo, sí se atreven a llevar adelante cambios en favor de la clase trabajadora que disminuyan la rentabilidad de sus capitales. Al final, estos gobiernos quedan como moscas atrapadas en telarañas, y terminan perdiendo las elecciones frente a partidos conservadores que ponen en marcha reformas económicas que aumentan la explotación, la desigualdad y el despojo.
¿Cómo salir de la telaraña en donde el Capital mantiene atrapados a los gobiernos progresistas? Cualquier salida a esta trampa supone romper con el fetichismo del Capital y buscar un mínimo de autonomía frente a éste. La recuperación de empresas capitalistas y su transformación en empresas autogestionadas puede ser una posible vía para iniciar este proceso.
Las empresas recuperadas son empresas que fueron cerradas por sus propietarios y luego tomadas por las trabajadoras y trabajadores de la misma, quienes continúan operándolas bajo la modalidad de cooperativas de trabajo. En estas empresas se rompe con la separación entre propiedad y trabajo, ya que son los trabajadores y trabajadoras quienes tienen la propiedad de los medios de producción, quienes producen y toman las decisiones sobre qué, cómo, cuanto y para quien producir, y sobre todo, quienes se benefician directa e igualitariamente de los esfuerzos de su trabajo.
En Argentina, 315 empresas han sido desde 2001 hasta la fecha, y hace menos de un año la Cámara de Diputados votó por la expropiación del icónico Hotel Bahuen de la avenida Callao de Buenos Aires. Desde 2008 trabajadores han recuperado decenas de empresas en los EEUU, Francia, Italia, Grecia, Turquía, Túnez y Egipto emulando el modelo argentino. En muchos de estos casos el gobierno y/o los parlamentos han facilitado el proceso de recuperación de empresas ya sea decretando la expropiación de estas propiedades debido al interés social de conservar los empleos o canalizando recursos públicos para el pago de indemnizaciones a los antiguos propietarios y/o al financiamiento de capital de trabajo para las cooperativas de trabajadores y trabajadoras.
Con estas recuperaciones de empresas se contribuye a conservar las fuentes de empleo y se está desmitificando la creencia que la economía no puede funcionar sin capitalistas. Pero, sobre todo, se están sentando las bases de otra forma de pensar y de hacer economía: desde el trabajo, y no desde el Capital. Adicionalmente, se está contribuyendo a revitalizar la práctica y los principios del verdadero cooperativismo autogestionado.
El año 2017 inicia para nuestro país con una serie de extorsiones económicas de las gremiales empresariales contra el gobierno y los sindicatos (cierre de empresas, salida de capitales, despidos, aumento de precios) a fin de dar marcha atrás a la decisión de aumentar el salario mínimo aprobado a finales del año pasado. La recuperación de empresas y su trasformación en empresas auto gestionadas podría ser no solo un interesante ensayo de cómo mantener empleos en medio de las crisis sino de cómo una economía puede funcionar sin el fetichismo del Capital.