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Rosa Luxemburgo 2

ROSA La libertad únicamente para los seguidores del gobierno, physician find únicamente para los miembros de un partido, find buy cialis por más numerosos que sean, remedy no es libertad. La libertad no puede convertirse en un privilegio. La libertad siempre es libertad para quienes piensan de manera diferente.

BERNSTEIN Y tú, una chiquilla polaca insolente, ¿nos vienes a dar lecciones de marxismo a nosotros?

LOCUTOR ROSA LUXEMBURGO

LOCUTORA Capítulo dos.

NARRADOR A fines de 1889, escapando por la frontera polaca y con 18 años bien cumplidos, Rosa Luxemburgo llegó a Suiza. Era pequeña, apenas un metro y medio de estatura. Pelo muy negro, ojos muy vivos y faldones largos, como vestían las jóvenes en aquel fin de siglo. Rosa caminaba apoyándose en un paraguas para disimular su cojera.

ROSA Quiero matricularme.

NARRADOR Sus padres le habían dado dinero para estudiar en Zurich, la ciudad más poblada de Suiza.

NARRADOR La Universidad de Zurich era la única en Europa con las puertas abiertas para las mujeres. Además, Zurich ofrecía una biblioteca con una amplia colección de obras políticas.

DIRECTOR Y usted, señorita, ¿qué quiere estudiar?

ROSA Botánica. Porque me encantan las flores. Y también zoología…

DIRECTOR … porque le encantan los animales.

ROSA Pues sí, la verdad.

DIRECTOR Muy bien. Tenemos cupo en Ciencias Naturales. Llene esta planilla, por favor.

NARRADOR Fue en la universidad donde conoció a Leo Jogiches, un joven alto y fuerte, con el pelo ensortijado y la barba bastante desaliñada.

LEO Hola… ¿eres nueva?

ROSA Sí, acabo de llegar.

LEO Yo también.

ROSA ¿De donde vienes?

LEO De Vilna.

ROSA Ah, eres lituano…

LEO Sí. ¿Y tú?

ROSA De Polonia. Y… ¿y qué hacías en Vilna?

LEO Conspirar.

ROSA ¿Conspirar?

LEO Trabajo clandestino, ¿entiendes? Leo Jogiches, para servirle a usted. Aunque mi nombre de guerra en el partido es Tycho.

ROSA Rosa Luxemburgo, sin nombre de guerra, pero también con partido. Soy militante de Proletariat.

NARRADOR Leo Jogiches provenía de una familia judía adinerada. Era cuatro años mayor que Rosa.

LEO ¿Y en que te has matriculado tú?

ROSA Ciencias Naturales.

LEO ¿Ciencias qué? Pero, ¿no dices que estás en el partido?

ROSA Sí, ¿qué tiene? Una cosa no quita la otra.

LEO Me pareces una tonta. Lo que hay que hacer es… cambiar el mundo.

ROSA Eso mismo digo yo.

LEO ¿Y lo vas a cambiar sembrando flores y criando corderitos? ¡Tonta!

ROSA ¿Y qué me sugieres, Leo conspirador?

LEO Lo que te sugiero es… que vayamos a tomar un chocolate… ¡está haciendo un frío!

NARRADOR Un chocolate hoy y otro mañana. Una conversación hoy y otra más larga mañana.

LEO Rosa… Rosa…

ROSA Está bien. Me decido.

LEO ¿A qué?

ROSA A cambiar de materia. Estudiaré política y economía.

LEO Pensé que te decidías a ser mi novia.

ROSA Tranquilo, lituano… Ya veremos… Como dicen en mi tierra, no hay que empujar al río, él corre solito…

NARRADOR Rosa y Leo eran el uno para la otra. Estudiantes y militantes, ambos se metieron de cabeza en el Partido Socialista Polaco. Pero el partido estaba dividido entre los nacionalistas, que buscaban la independencia de Polonia, y los internacionalistas. Rosa y Leo se alinearon en esta segunda tendencia.

ROSA Nuestra patria es el mundo entero. ¿Cómo no lo entienden?

LEO Esos no son socialistas, sino sociopatrioteros.

ROSA Tienen que abrir los ojos, Leo. Los intereses de los obreros no caben en banderas ni en fronteras nacionales.

LEO Pues, mi querida Rosa, vas a tener la oportunidad de pelear eso delante de todos los dirigentes europeos.

ROSA ¿Cómo dices, Leo?

LEO Me han informado que el próximo congreso de la Internacional Socialista será aquí mismo, en Zurich.

NARRADOR En 1893, se reunió en Zurich la alta dirigencia del socialismo europeo. Todos los grandes teóricos, los presidentes de partidos, Karl Kautsky, el Papa del Marxismo, como le llamaban, y Eduard Bernstein, que había sido discípulo del mismísimo Engels, estaban en primera fila. Rosa tenía, por entonces, 22 años y era una ilustre desconocida en esos ambientes.

ROSA Leo, me da miedo hablar delante de tantos veteranos…

LEO ¿Miedo tú? No me lo creo.

ROSA Sí, tengo miedo…

LEO Pues rézale al dios de los polacos…

ROSA El refrán dice: reza, pero rema hacia la orilla.

LEO ¡Tú y tus refranes!

ROSA Vamos, ayúdame a subir… Yo soy muy enana…

NARRADOR Rosa aprovechó una pausa en los discursos del congreso, se empinó sobre una silla entre la multitud de los delegados y habló.

ROSA No, compañeros, no compañeras. (MURMULLOS) Ese nacionalismo polaco nos desvía del verdadero camino, de la lucha contra el capitalismo. Nos distrae. ¿Qué libertad política tendría Polonia si sigue bajo la esclavitud económica de Rusia? Primero que se caiga el zar, luego nos ocuparemos de Polonia. ¡Somos internacionalistas! (MURMULLOS FUERTES)

BERNSTEIN (MEDIA VOZ) Pero, ¿qué dice esa jovenzuela? ¿Quién es ella, eh?

UNO Es polaca, pero está en contra la independencia de su patria.

BERNSTEIN Eh, chiquilla, ¿cómo te atreves a decir eso? Las naciones tienen que ser independientes, ya lo dijo Engels, ya lo dijo Marx.

ROSA También Marx y Engels dijeron: “proletarios de todo el mundo, uníos!” De todo el mundo. ¿Y no fue en la Segunda Internacional que se proclamó el Primero de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores? ¿O era el día “nacional” de los trabajadores polacos?

OTRO ¡Callen a esa gritona!…. ¡Judía tener que ser!…

VARIOS (A CORO) ¡Polonia libre, Polonia libre!

NARRADOR Las ideas de Rosa no convencieron a los delegados. Al año siguiente, Leo Jogiches y ella, junto con otros migrantes fundaron el Partido Social Demócrata de Polonia, inspirados en la socialdemocracia alemana.

LEO Mis respetos, “doctora Luxemburg”.

ROSA No te rías, Leo…

NARRADOR El 1898, Rosa presentó su tesis. Recibió una gran calificación, “magna cum laude”, y el título de doctora en Derecho Público y Ciencias Políticas.

LEO ¿De qué te sirve ese gorrito de doctora aquí en Suiza si la lucha está en Alemania?

ROSA Lo sé, Leo, lo sé, pero…

LEO Pero nada. La socialdemocracia ya es un partido legal en Alemania, tiene escaños en el parlamento. Allá está nuestro lugar.

ROSA No puedo mudarme a Alemania. Como extranjera, el gobierno no me permitirá ninguna actividad política. Tengo que pensar algo… no sé… ¡ya lo tengo! Lo que necesito es casarme.

LEO Yo no soy alemán, Rosa.

ROSA Contigo no, Leo querido. Con algún alemancito que me encuentre por ahí…

LEO No me gusta esa idea, no me gusta nada.

ROSA Es solo por conveniencia, Leo… ¿estás dudando de mí? (RÍE)

NARRADOR Rosa se casó con Gustav Lubeck, hijo de una familia amiga, y obtuvo así la ciudadanía alemana. En la puerta del Registro Civil se separaron.

ROSA Muchas gracias. Danke.

GUSTAV Bitteschön.

NARRADOR Rosa se trasladó a Berlín en la primavera de 1898. Allí se registró como “Rosalía Lubeck”. Poco después, su verdadero amor, Leo Jogiches, se pudo reunir con ella.

LEO Te necesito tanto, Rosa.

ROSA Nos necesitamos tanto, Leo… Pero quien más nos necesita ahora es el partido. ¡Vamos, que nos están esperando!

LOCUTORA Una producción de la Fundación Rosa Luxemburg y Radialistas Apasionadas y Apasionados.

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