Por Karim Talbi
Moscú
Rusia empezó a conmemorar este sábado el 70 aniversario de la victoria contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial con un espectacular desfile militar en Moscú y una gran exhibición de patriotismo en todo el país.
El desfile en la Plaza Roja de Moscú contó con la presencia de una veintena de dirigentes extranjeros y cientos de miles de espectadores. Rusia aprovechó la ocasión para exhibir su moderno armamento, sovaldi como el Tanque Armata T-14, seek considerado uno de los más potentes del mundo, case o misiles balísticos intercontinentales de cerca de 50 toneladas.
Los militares también hicieron desfilar una réplica de la bandera soviética izada sobre Berlín en mayo de 1945 y el ministro ruso de Defensa, Serguei Choigu, pasó revista a los más de 16.000 soldados que participan en el desfile.
Antes de guardar un minuto de silencio por las víctimas de la guerra, el presidente ruso Vladimir Putin, agradeció a Francia, Reino Unido y Estados Unidos su contribución a la victoria sobre el nazismo.
«La Unión Soviética participó en las batallas más sangrientas» dijo el presidente ruso en su discurso, en referencia a los más de 25 millones de soviéticos que murieron en la guerra.
«Agradezco a los pueblos del Reino Unido, Francia y Estados Unidos su contribución a la victoria. Doy las gracias a los diferentes países antifascistas que participaron en los combates contra los nazis en las filas de la resistencia y en la clandestinidad», declaró.
«Hay que recordar que es el ejército ruso el que, tras un asalto a Berlín, puso punto final a la guerra contra la Alemania hitleriana», declaró Putin, en un discurso ante los 16.000 soldados congregados en la Plaza Roja, antes del inicio de un gigantesco desfile militar.
A pesar de la ausencia de líderes occidentales, que reprochan a Rusia su papel en el conflicto en Ucrania, Putin ha conseguido reunir para la ocasión a los presidentes chino Xi Jinping e indio Pranab Mukherjee, a su homólogo egipcio Abdel Fattah Al Sisi, al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y al líder cubano Raúl Castro.
También se espera en Moscú al secretario general de la ONU Ban Ki-moon.
Tras el desfile militar se espera la llegada al centro de la capital rusa de más de 160.000 personas para otro desfile en el que los moscovitas llevarán los retratos de sus padres o sus abuelos veteranos de la II Guerra Mundial.
Por la noche están previsto conciertos y fuegos artificiales simultáneos en diez lugares distintos de la capital.
Una marcha multitudinaria
Entretanto, en el este de Ucrania desfilaron cerca de 1.500 combatientes separatistas prorrusos en su bastión de Donetsk, exhibiendo los vehículos blindados y los sistemas antiaéreos que utilizan contra el ejército ucraniano en una guerra que ha causado al menos 6.200 muertos en poco más de un año.
En Berlín, varios miembros del grupo de moteros pro-Kremlin «Lobos de la Noche» celebraron este sábado la victoria contra la Alemania nazi, indicaron fuentes coincidentes.
En Moscú, una vez finalizado el desfile militar, Putin se unió de improviso a un cortejo de 250.000 personas, que caminaban por la Plaza Roja sujetando retratos de familiares fallecidos durante la Segunda Guerra Mundial.
El presidente llevaba la foto de su padre, que también cayó en el conflicto.
«Creo que mi padre, al igual que millones de soldados rasos – y él era un simple soldado- tenía todo el derecho a cruzar esta plaza», declaró.
Gran Guerra Patriótica
La conmemoración coincide con la fuerte tensión diplomática entre Rusia y los países occidentales. Los pocos responsables europeos que estarán en Moscú -entre ellos representantes checos y eslovacos o el ministro de exteriores francés Laurent Fabius- no asisten al desfile militar.
La canciller alemana tampoco estará este sábado en Moscú aunque se espera su llegada el domingo para entrevistarse con Vladimir Putin y visitar la tumba al Soldado Desconocido.
La ausencia de europeos no parece preocupar al presidente ruso, que mantiene intacta su popularidad en un país donde la victoria de 1945 se ha convertido en casi un mito.
Desde hace varios días, Moscú y las grandes ciudades rusas preparan la conmemoración de esta «Gran Guerra Patriótica», el nombre con el que se conoce en Rusia la II Guerra Mundial desde los tiempos de la Unión Soviética.
Por todas partes se ven las llamadas cintas de San Jorge con rayas anaranjadas y negras, que rememoran la victoria del Ejército Rojo contra la Alemania nazi y se ha convertido en el símbolo del patriotismo preconizado por el Kremlin.
Las cadenas de televisión llevan semanas programando documentales, debates y películas sobre los grandes momentos de la Segunda Guerra Mundial, como el sitio de Stalingrado o la toma del Reichstag.
Incluso la figura de Stalin, el dictador responsable de la muerte de millones de soviéticos, parece estar siendo rehabilitada en los últimos meses, sin olvidar su particular bigote.
Según un sondeo del centro Levada, cerca de un 50% de los rusos piensan que los «grandes objetivos» que tenía la Unión Soviética justifican los sacrificios que Stalin impuso a su pueblo. En 2008 sólo un tercio de la población pensaba así.
En los últimos meses han aparecido en varias ciudades rusas, en particular en Crimea -la península ucraniana anexada por Rusia en marzo de 2014- carteles y bustos representando a Stalin, el «generalísimo» de Unión Soviética y vencedor de la Alemania Nazi.