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Ruth Cardona Lara: poesía “para cuando llegue la Paz”

RENÁN ALCIDES ORELLANA

Escritor y Poeta

 

Eran los albores de la década 1960. El controversial entusiasmo por el triunfo de la Revolución Cubana (1959) y el impacto poético de César Vallejo y Pablo Neruda, physician encendían luces de fervor patriótico en un gran sector de la juventud universitaria latinoamericana. Vallejeando y Nerudiando, el grito poético se volvía propuesta revolucionaria.

En el marco de la juventud universitaria salvadoreña, Ruth Cardona Lara, maestra y poeta, descargaba sus impulsos poéticos, a veces de cálido acento amoroso y otras, cuestionadores de la realidad nacional. Una realidad política que exigía voces, claras y contundentes, en el acompañamiento al pueblo, en su lucha por alcanzar la paz y la justicia social.

Conocí a Ruth Cardona Lara en 1959, cuando ambos iniciábamos nuestros estudios en la Facultad de Humanidades de la Universidad  de El Salvador (UES), en 1960. Un instante social con influencias diversas, provenientes de todos los rumbos del continente y del  mundo. Particularmente entonces, varios estudiantes universitarios, entre quienes se encontraba Ruth, de manera

impresionante recibíamos aquel entusiasmo y la influencia que Vallejo y Neruda hacían sentir, al paso de su poesía por el continente, con solemnidad y asombro. La presencia universitaria era muy sensible -la UES era la única existente y también la única inclaudicable- como rayo esperanzador y orientador contra las injusticias del régimen del presidente de la República, José María Lemus; por cierto, derrocado el 26 de octubre de 1960, por la unidad pueblo-UES, con respaldo de algunos militares progresistas.

A la vanguardia de los poetas jóvenes estaban los movimientos artísticos venidos de la década 1950 -escritores, poetas, pintores, actores… -impulsando el surgimiento y desarrollo de las voces nuevas, con apoyo solidario y sin egoísmo. Entre aquellas voces nuevas, estaba Ruth Cardona Lara. Su canto suave de verbo delicado era, sin embargo, cuestionador. Estudiante de Ciencias de la Educación, su vocación orientadora era evidente. En recitales poéticos universitarios, haciendo cultura y conciencia patria, su voz siempre estuvo lista, para decir versos propios y ajenos. Varios compartimos aquellas inquietudes de Ruth, mujer humilde y responsable en su compromiso de joven escritora. En 1960, integramos el Círculo Cultural Universitario “Oswaldo Escobar Velado”, para actividades de producción y promoción literarias. El poeta José Roberto Cea, lo confirma en uno de sus libros: “A mi regreso del exilio -dice Cea- los fundadores  del Círculo Cultural Universitario “Oswaldo Escobar Velado”: Jorge Campos, Reynaldo Robles (Toby), Renán Alcides rellana, Ruth Cardona Lara, Rafael Díaz, Dagoberto González, José Luis Henríquez y otros, me invitaron a incorporarme a ellos y publicamos un solo número de la revista Taztalut, pero dimos numerosos recitales, conferencias en sindicatos, institutos, colegios, parques y plazas públicas…” (La Generación Comprometida, San Salvador, 2003).

 

En 1963, en uno de los tantos certámenes literarios promovidos por la Asociación de Estudiantes de Derecho (AED), Ruth Cardona Lara evidenció su calidad poética con su obra “Ocho Instancias a la Patria Herida”, que obtuvo merecido galardón y reconocimiento públicos. Después, nuevos trabajos y participaciones la evidenciaron  como valioso exponente de la poesía femenina salvadoreña, cuya obra dispersa ha de estar por ahí, en espera de una mano generosa que contribuya al merecido reconocimiento, aunque sea, como casi siempre, póstumo.

 

Ruth también incursionó en el Periodismo, bien en trabajo radial o con artículos orientadores, especialmente dirigidos a ablandar conciencias y promover medidas en beneficio de la niñez, dada su condición de maestra  por vocación y su afán de servicio a la sociedad. Asociaba la Literatura con el Periodismo y su voz, diáfana y pura, fue palabra orientadora, porque su trabajo fue grito verdadero, vivificante y solidario para el pueblo; y, por supuesto, si la remuneración debida, sin estipendios, sin privilegios ni prebendas, sin gastos de representación, ni partidas secretas…

 

Ahora, Ruth es otra voz que partió un día, como se han ido otros poetas salvadoreños, cantores de la paz y la justicia. El 9 de julio de 1987, Ruth falleció en su casa de la Colonia Zacamil, al Norte de San Salvador, precisamente cuando recién había dado los toques finales a su poemario “Sonetos para cuando llegue la Paz”, canto que no logró lanzar al viento, porque quizás aterida por la guerra civil de entonces (1980-1992), se fue en busca de otra paz, su paz, mientras seguía en deuda la paz para los otros, sus queridos compatriotas salvadoreños. Los periódicos trajeron la noticia, el día 11: “Ruth Cardona Lara, la autora de “Ocho Instancias a la Patria Herida”, ha muerto, con la Biblia entre sus manos -decía la noticia- y con sus “Sonetos para cuando llegue la Paz”… ella, la poeta que tomó la poesía como escape a las angustias de sus mocedades, murió antenoche…”

 

Quizás un día, más temprano que tarde, los “Sonetos para cuando llegue la Paz”, de Ruth Cardona Lara, sirvan para saludar y dar la bienvenida a la paz duradera, que tanto anhela el pueblo salvadoreño. Aquel día, Ruth se fue, sin mayores estruendos, pero con una estela imborrable tras de sí, como la que dejan -dejarán- todos los poetas, dueños de la total y merecida perennidad. La premonición de Ruth, como la de todos los poetas, los verdaderos poetas, será realidad un día, cuando la paz nos llegue armoniosa, humana, colectiva… (RAO).

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