German Rosa, s.j.
Detrás de un gran hombre hay una historia de crecimiento, algunas veces doloroso pero también gratificante. Rutilio nació en el Paisnal, y Dios lo fue modelando como una gran obra de madera fina, lo conocemos por los frutos de su peregrinación durante su vida como un gran hombre, un gran cristiano y un gran sacerdote. Descubrimos que amó a Dios y a su pueblo sobre todas las cosas, y fue fiel a su vocación cristiana y su vocación religiosa sacerdotal hasta el martirio. Un testimonio viviente del aggiornamento o la actualización de la Iglesia en ese paso de la pre-modernidad hacia la modernidad con los aires del Concilio Vaticano II, cuya aplicación práctica pastoral la encontramos en los documentos de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín que se realizó del 24 de agosto de 1968 y se clausuraría el 6 de septiembre del mismo año.
Rutilio Grande fue un auténtico pionero de los que han vivido en la Iglesia la síntesis de la fe y la justicia expresada en el Evangelio, y también los documentos de la Iglesia en los contextos más difíciles y complejos de gran polarización política y social a causa de la injusticia; se anticipó y asumió la fórmula actualizada del carisma y de la vocación del jesuita, que se expresa en el decreto 4 de la Congregación General de la Compañía de Jesús realizada del 2 de diciembre de 1974 al 7 de marzo de 1975: “Dicho brevemente: la misión de la Compañía de Jesús hoy es el servicio de la fe, del que la promoción de la justicia constituye una exigencia absoluta, en cuanto forma parte de la reconciliación de los hombres exigida por la reconciliación de ellos mismos con Dios”.
Cuando el maquilishuat florece, es uno de los árboles más bellos de la región. Su madera es muy fina, por lo que resulta muy apreciada para trabajos de ebanistería, por su peso liviano y su color amarillo ámbar con vetas purpurinas (Cfr. http://www.bio.uu.nl/promabos/arbolesmeliferos/pdf_files/Maquilishuat.PDF). Rutilio Grande fue un hombre de madera fina, apreciado y respetado por quienes lo conocieron y convivieron con él. Así Dios lo modeló convirtiéndolo en una verdadera escultura de la fe y la justicia. Una fe absoluta en Dios, en Jesús y su llamada a seguirlo para construir el reino de fraternidad y de justicia, tal como lo expresan las “Bienaventuranzas” (Mt 5,1-12).
1) Rutilio, un gran “árbol – sacerdote” de los pueblos del Paisnal y de Aguilares
El bálsamo es un árbol que tiene propiedades medicinales: “Su resina se utiliza como medicamento para el tratamiento de infecciones respiratorias, también es conocido como bálsamo de Cuscatlán. Para nuestros antepasados el árbol del bálsamo como el del eucalipto eran árboles místicos, el árbol sacerdote del bosque, este árbol conserva siempre un valor como productor de resina y el otro como productor de magnifica madera para la construcción (https://sites.google.com/site/svenespanol/arbol-nacional-de-el-salvador).
El pueblo lo veía al P. Rutilio con gran autoridad sacerdotal. Supo cultivar la devoción popular pero al mismo tiempo impulsar la renovación propuesta por el Concilio Vaticano II. Promoviendo la reflexión bíblica, la evangelización y el compromiso para construir una sociedad solidaria y fraterna.
Ciertamente Rutilio Grande fue un gran “árbol sacerdote” de las tierras del Paisnal y de Aguilares, reconocido por una íntegra vida personal, lo cual le dio autoridad moral, fue un testimonio vivo del Evangelio. Su voz profética se hacía sentir en sus homilías, y también fue bálsamo para su pueblo. Acogiéndolo, acompañándolo, orientándolo, formándolo, un auténtico sacerdote que caminó humildemente con su pueblo. Su fidelidad al Evangelio y a su pueblo se convirtió en el centro a partir del cual se dinamizó su creatividad apostólica pastoral.
El P. César Jerez, Provincial de los jesuitas de aquel entonces, escribió estas palabras: “Rutilio no tuvo enemigos, su amor cristiano estaba por encima de las diferencias. No pocos cristianos se acercan a su sencilla tumba en el piso de la Iglesia de El Paisnal, lugar en que nació y en cuyo camino fue crucificado por las balas de quienes quisieron silenciar su voz. En aquel lugar le acompañan también Manuel y Nelson R.” (Varios. 1
978. Rutilio Grande. San Salvador, El Salvador, C.A.: UCA EDITORES, p. 8). Su vocación humana y cristiana fue modelada al viento del Espíritu del Evangelio, los documentos de la Iglesia y el carisma de la Compañía de Jesús.
Tuvo la gran capacidad de discernimiento para adaptarse a los nuevos tiempos después del Concilio Vaticano II y para destacar los logros de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe plasmados en el documento de Medellín. Esto lo percibimos claramente, a propósito de la semana de reflexión pastoral de conjunto de El Salvador que se tuvo en los días del 22 al 26 de julio de 1970, en la cual se escribió un documento deduciendo algunas conclusiones, inquietando a la jerarquía, porque se analizaba la injusticia estructural y la violencia institucional que se estaba viviendo en el país. Rutilio retomó nuevamente el tema de la semana pastoral y sus consecuencias, el 3 de noviembre en la reunión mensual del clero en donde aceptó comentarla pero hablando claramente. En el país como en muchos otros contextos eclesiales de América Latina, la Iglesia se había dividido en dos grupos por el intento de implementar a nivel pastoral las conclusiones del Concilio Vaticano II y Medellín. Esta crisis llevará a la Iglesia a reflexionar sobre los métodos, los contenidos y la formación sacerdotal y laical. Así como su misión y su presencia en el mundo moderno y la inserción en la realidad de los pobres. Fueron tiempos de cambios importantes en los que la Iglesia inició un diálogo con los problemas planteados por la modernidad.
2) Rutilio: un gran maquilishuat de las tierras del Paisnal y de Aguilares
El maquilishuat puede crecer bien en suelos pobres, ácidos y calizos o lodosos. Crece por lo general en lugares húmedos, en bosques tropicales húmedos y secos y es cultivado en muchas zonas. Se adapta a una gran variedad de suelos. Así fue este sacerdote del Paisnal y de Aguilares. Creció entre su gente humilde y pobre, en estas tierras tropicales, a veces secas y otras muy fecundas. Su formación como seminarista en El Salvador, luego como estudiante jesuita en Sur América, España y Estados Unidos fue ampliando sus horizontes humanistas y teológicos. Mostrando sus fortalezas espirituales y también fragilidades de salud. En la etapa final de sus estudios, sus superiores lo destinaron a estudiar al Instituto Internacional de Pastoral Lumen Vitae, en Bruselas. Y fue en este centro de estudios donde aprendió los métodos más avanzados de pastoral europea. Una de las grandes lecciones que practicó toda su vida fue buscar la mayor participación posible de las bases, no proceder autocráticamente, sino horizontalmente. Su experiencia religiosa espiritual y su formación pastoral, le dieron las herramientas para ser enviado al seminario mayor en San Salvador desde 1965 hasta 1970, desempeñándose como prefecto de disciplina y profesor de teología pastoral, entre otras responsabilidades. Se convirtió en formador de futuros sacerdotes: “Una de las clases que más le gustaba dar era la Constitución de la República; decía no costarle nada su preparación. Desde esa cátedra trató de concientizar a los seminaristas señalando cuáles eran los derechos fundamentales y sagrados de los salvadoreños según la Constitución de la República. Ya desde entonces denunció las violaciones a la Constitución y a los derechos fundamentales del hombre. Esto es ‘letra muerta’, exclamaba molesto” (Varios. 1978. Rutilio Grande, p. 20). Como formador y director de los seminaristas los enviaba en grandes “misiones” por los pueblos. Fue un gran “árbol sacerdote” (bálsamo) para muchos que le conocieron.
El día de la solemnidad de El Salvador del Mundo, durante la misa concelebrada por el episcopado salvadoreño y con la asistencia de los poderes de la República, cuerpo diplomático y pueblo en general, Rutilio predicó llamando a la conversión: “Rutilio preguntó: ¿está transfigurado el hombre salvadoreño? ¿Está transfigurada la inmensa mayoría del pueblo salvadoreño, nuestro campesinado? ¿Está transfigurada esa otra minoría que tiene en sus manos los medios económicos, el poder de decisión, el control de la prensa y de todos los medios de comunicación? Rutilio contestó con dolorosas confesiones: muchos bautizados en nuestro país no han comulgado todavía con los postulados del Evangelio, los cuales exigen una transfiguración total. Sus mentes y sus corazones no han sido transfigurados. Han construido un dique de egoísmo al Mensaje de Jesús Salvador” (Varios. 1978. Rutilio Grande, p. 42). Rutilio también expresó que: “Las mayorías, los campesinos, tampoco estaban transfiguradas. Citando a Pablo VI en la Populorum Progressio, dijo que los campesinos iban adquiriendo conciencia de su miseria no merecida, a lo cual se añadía el ‘escándalo de las disparidades hirientes’ no solamente en el goce de los bienes, sino todavía más en el ejercicio del poder” (Varios. 1978. Rutilio Grande, p. 43).
Realmente que esta homilía revela la vocación profética de Rutilio que supo interpretar los signos de los tiempos y discernir en aquella situación conflictiva, que el país estaba en el umbral de la guerra prolongada, y cómo un buen pastor cuidó a sus ovejas hasta dar la vida por ellas.
Después de ese acontecimiento, Rutilio dejó de ser prefecto, profesor y formador del Seminario de El Salvador, y pasó a trabajar un poco tiempo en el Colegio Externado San José. Luego recorrió Centro América conociendo diversas experiencias pastorales. Luego en 1972 ingresó en el Instituto de Pastoral Latinoamericana en Quito. Se empapó de la realidad latinoamericana y de los métodos pastorales, actualizando todo lo que había aprendido en Bruselas desde la realidad de América Latina. Toda esta riqueza humana y apostólica lo preparó para hacerse cargo de la Parroquia de Aguilares en 1972, formando parte del equipo misionero. Su experiencia pastoral la puso al servicio también de toda la arquidiócesis desempeñando un papel vital en la pastoral arquidiocesana y nacional, ejerciendo un influjo decisivo en la pastoral de la arquidiócesis.
En los primeros meses de 1972 el Vice-provincial de Centroamérica, le pidió a Rutilio que asumiera la responsabilidad del área pastoral en toda la región. Rutilio respondió con sinceridad que hasta ese momento las obras apostólicas de los jesuitas en Centroamérica no habían tenido una planificación regional, y la opción fundamental fue la siguiente: “un trabajo pastoral en equipo, en una zona rural campesina o sub-urbana marginada en orden a una promoción integral a partir de una concientización cristiana” (Varios. 1978. Rutilio Grande, p. 50). Para esta labor pastoral tan importante, Rutilio tuvo como documentos fundamentales la Escritura (el Evangelio), el Concilio Vaticano II, el Documento de Medellín y los documentos de la Compañía de Jesús.
Rutilio era consciente de que la Iglesia y la Compañía estaban concentradas en los grandes sectores urbanos. Pero esto no era suficiente, él pensaba que hacía falta ir a las zonas marginales en donde residía el 70% de la población. La opción de Rutilio fue realizar un tipo de pastoral según las Escrituras, el Vaticano II, el documento de Medellín y el carisma de la Compañía de Jesús.
Esta experiencia sería un modelo para irradiar a otros grupos. Rutilio comprendía que su vocación y su misión como sacerdote y ministro, como servidor de todos, tenía que vivirla inserto en medio de ese pueblo oprimido y marginado económica y políticamente. El sacerdote, por vocación, debe estar encarnado en la problemática de su tiempo. Seguiremos reflexionando sobre su martirio en otra ocasión.