Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
Dina Dubón, coordinadora de la Pastoral Social, Unidad de Derechos Humanos, Paz y Justicia de Cáritas El Salvador, es originaria de El Paisnal, conoció al padre Rutilio Grande, cuando la Parroquia San José, era tan solo una ermita. Como integrante de las Comunidades Eclesiales de Base conoció de muy cerca la misión del sacerdote Jesuita, que decidió una pastoral del bien común y la solidaridad.
“Para mí, Rutilio Grande fue un pastor con olor a oveja, un pastor que le apostó a la misión de buscar el bien común -como solía decir- no tenía intereses personales y eso es una gran diferencia en la actualidad”, sostuvo Dina Dubón en entrevista exclusiva con Diario CoLatino.
– ¿Quién era para usted el padre Rutilio Grande?
Fue un hombre muy humano, un hombre muy humilde, muy santo, coherente y cercano a su gente en el sentido que en El Paisnal, era una zona rural y población campesina de mucha pobreza. Y, Rutilio fue alguien que se conectó con la gente y con su herencia, porque él viene de una familia pobre campesina, su madre murió cuando él era pequeño y se conectó con esa realidad de inmediato.
Es como definió el Papa Francisco que Rutilio fue por una Iglesia misionera y de salida a la periferia, puesto que la misión que desarrolló no fue en el casco urbano, se fue a los cantones, a los caseríos a conocer y vivir esa realidad a empaparse como vivía esa gente.
Para mí es una visión de un pastor -de los que ya no se ven- tenía mucha espiritualidad, mucha oración y fue un hombre muy comprometido no solo con su vocación, sino, también con los cambios de su país.
– ¿Cómo define esa visión de la pastoral del Padre Rutilio?
– Fue un hombre que creía que otro mundo era posible, que otra sociedad era posible y era de construir el Reino de Dios aquí en la tierra, para mí es esto Rutilio. Y para la iglesia Rutilio es esa luz por su testimonio. Es todo un reto vivir esa misión y hacerla realidad a través del trabajo de las comunidades y quienes aplican la Doctrina Social de la Iglesia y los contenido del Concilio Vaticano II, de Puebla, de Medellín, o sea lo que Rutilio puso en práctica y bueno allí está su legado.
– ¿Cómo vivió la pérdida del padre Rutilio?
La pérdida de Rutilio, recuerdo ese 12 marzo de 1977, venía de Cojutepeque (Cuscatlán) de actividades pastorales y en el bus comencé a ver a mucha gente que subía -me pregunté- ¿Qué pasará en Aguilares?, recordemos que no había celulares, ni telefonía para todos como para saber lo ocurrido.
Yo no entendía toda esa actividad hacia Aguilares, pero ese movimiento de estudiantes, vendedoras del mercado y maestros en ese bus era tan grande, que pensé que algo había pasado y me entró preocupación.
Al entrar a Aguilares, oí sonar las campanas de la iglesia, tenía una prima hermana, Patricia Puertas (asesinada junto a su esposo en 1979), que vivía en Aguilares, fui a visitarla y le dije ¿Paty qué ha pasado?, y ella me respondió ¿No sabes? Le dije, no, no he estado en la comunidad, y me dice “Han matado al padre Grande”.
Yo sentí que me desvanecía. Mi piel la sentía caliente y eriza, no podía entender lo que me decía, -pensaba- cómo es posible que en este país se asesine a gente como Rutilio, un hombre que hace el bien como iglesia, un hombre comprometido que nos ha acompañado y nos ha pastoreado.
En ese momento me dirigí a la parroquia y encontré colas y colas de gente, porque todos querían pasar al frente de la parroquia para verlo y orar por él, recuerdo todo eso pasaba en un silencio abrumador… era un silencio de indignación, de impotencia que no aceptábamos lo que estábamos viendo, era pura negación. No olvidaré ese silencio que era superior, allí todo el mundo iba pasando con gran devoción, llorábamos y orábamos y ese calor humano que se sentía en el lugar era claramente la solidaridad que nos enseñó Rutilio, eran las comunidades completas que llegaron a acompañarnos.
– ¿Qué ocurrió cuando llegó Monseñor Romero?
Impactado y dispuso traerlo a Catedral para una misa única, pero Rutilio había pedido que el día que fuera asesinado quería estar enterrado en El Paisnal. Rutilio -dijo- una vez- me van a asesinar mis paisanos, pero yo quiero estar enterrado en mi pueblo, entonces lo regresaron.
Y tengo en mi recuerdo que en El Paisnal, era marzo, las gran caravana de gente en pleno verano, que hay mucho calor por el sol, ahí toda esa gente caminando 4 kilómetros entre entre Aguilares (Tres Cruces, lugar del asesinato) hasta El Paisnal, era un camino de tierra con una gran polvareda.
Y luego, al llegar a esa parroquia que es chiquita, la gente se quedaba en todo el pueblo porque no cabían, pero ese ambiente que sentíamos que era de dolor, de impotencia, de tristeza del porqué asesinaron a gente tan buena que acompañaba, pastoreaba viviendo el Evangelio fue doloroso pero era una realidad.
– ¿Qué hicieron luego del asesinato del padre Grande, como Comunidades Eclesiales de Base?
Rutilio nos había dicho todo lo que había pasado con Jesús, y nos decía que todos debíamos estar preparados para seguir siempre con el legado de la justicia y ese fue nuestro trabajo de comunidades con la promoción humana y la participación de la gente.
Sí, era su voz profética, y lo asumimos -puedo decir- que su sangre germinó en las Comunidades Eclesiales de Base, germinó en cada uno de nosotros, ¿En que sentido?, al seguir su legado, esa experiencia, mensaje y trabajo pastoral.
Por eso siento que la sangre de Rutilio vino abonar en la conciencia, en la organización social y la lucha por los cambios de buscar la justicia, como él decía, cada cual con su taburete porque todos tenemos un puesto y una misión que cumplir. Nos enseñó que la salvación es en mazorca, una frase que ocupaba, que significaba el trabajo en comunidad y en sociedad, para salvarnos todos. Es increíble recordar que no nos dio miedo continuar el trabajo pastoral con compromiso. Yo personalmente lo sentí como esa energía, ese ánimo y retomar toda esa vivencia.
– ¿Cree que erraron los que trataron de acabar con su legado?
Sabemos que era la estrategia de las autoridades, recordemos también que la zona es cañera y que habían ingenios azucareros, existía un poder económico fuerte, además, Aguilares ha sido un pueblo de mucho comercio, entonces, los terratenientes de ahí pensaron que cortando la cabeza se acababa todo, pero como dice el Evangelio creían que cortando la rama verde los demás se iba secar, pero se equivocaron.
Es obvio que el interés era cortar todo ese apogeo de las comunidades y toda esa conciencia crítica y promoción humana que se había construido sobre la organización social. Se equivocaron porque la sangre de Rutilio y otros mártires de la iglesia han abonado y dado sentido a este trabajo y diría que ayudó, que masificó este compromiso. Sí, creo que ellos se equivocaron, definitivamente, porque no infundieron miedo, sino más valentía, más unidad, más compromiso.
– ¿Cuáles son los sentimientos ahora que Padre Rutilio subirá a los altares de la iglesia?
Yo siempre he dicho que Rutilio, Monseñor Romero y todos los mártires de la Iglesia -para nosotros los creyentes y cristianos- ellos son santos porque son mártires, fueron coherentes y cumplieron con su misión de anunciar la buena nueva y construir el Reino de Dios en la tierra y desde esa fe entregaron su vida por el Evangelio, desde muchos años atrás, para nosotros ellos son santos.
Pero que bueno y nos da alegría que las autoridades de la iglesia que dudaron -así fue- ahora reconozcan a 45 años, reconozcan que murieron por la fe y murieron por ser coherentes con la realidad, por ese compromiso pastoral, por llevar esa esperanza y por querer contribuir a una sociedad como dice una de las cartas que han escrito actualmente, que son santos porque siguieron el corazón de Dios. Nos alegra que la iglesia lo reconozca legalmente ante el mundo el contar con santos del país, pero también me da tristeza.
– ¿Por qué?
Me entristece que vaya a quedar en una celebración nada más de la beatificación y llevarlo a los altares, pero que no se practique su enseñanza, su legado pastoral, por esto creo que es un reto para cada uno de los cristianos, para cada una de las religiosas, religiosos y para la iglesia, en general, seguir su camino.
Porque en la actualidad la realidad para la población pobre sigue siendo dura, tenemos una realidad quizás diferente a aquél momento (años setenta) y quizás con otros problemas y necesidades.
Ahora, tenemos una sociedad deshumanizada, polarizada, corrupta, donde los derechos humanos de las personas no se respetan y seguimos siendo un país subdesarrollado en donde la pobreza, miseria se siente, entonces, esa palabra de Dios sigue siendo vigente y creo que es un gran reto para la Iglesia.
– ¿Qué debería hacer la iglesia?
La iglesia salvadoreña tiene tantos mártires, no solo los sacerdotes, no solo el Obispo, sino también una serie de laicos que entregaron su vida por estas causas, entonces, creo que también debe ser una preocupación y reto para la Iglesia retomar esos legados. Yo solo espero que el Padre Rutilio no quede solo en este rito y llevarlo a los altares porque la herencia y esencia de su trabajo así como la del padre (Cosme) Spessotto, deben ser retomadas activamente por la iglesia salvadoreña.
Me ha llamado la atención, por supuesto, que San Romero era Obispo, pero yo sentí más fervor y motivación de la iglesia -inclusive- a nivel de materiales por su beatificación. Me he acercado a la oficina de Beatificación para conocer si habían afiches de Rutilio para promover en estos meses y para conocer su vida, y solo me dijeron que los materiales están en venta en la librería y también las actividades en las parroquias han sido muy escasas, eso a mí, me ha llamado mucho la atención.
Compré dos libritos con las catequesis del padre Rutilio Grande y Cosme Spessotto, que si narran su vida y experiencia, pero aún debemos tener la inquietud sobre como asumimos esos legados. ¿Será que las comunidades y las parroquias están vibrando con esto o no?, ¿Estamos leyendo el legado?, ¿Estamos recogiendo esa enseñanza? , ¿Esa sangre está germinando en nosotros ?
Y lo digo, porque los clamores del pueblo lo exigen en este momento. Estamos en una realidad que exige un compromiso cristiano por los problemas del prójimo y no podemos tener un papel tibio en este momento porque ellos fueron ejemplo de entrega. La actual realidad está demandando mucho más de lo que hace la iglesia y la feligresía.
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