S.O.S. MATAGALPA, SOLIDARIOS EN EL DOLOR
Por Marlon Chicas, El Tecleño Memorioso
A lo largo de su historia; Centroamérica experimenta constantemente fenómenos naturales que descubren su vulnerabilidad y resiliencia a los mismos, exaltando lo positivo de sus habitantes ante la adversidad, solidarizándose con el necesitado, la presente crónica ocurrió un 17 de octubre de 2007, en el norteño departamento y municipio de Matagalpa Nicaragua, conocido como “La Perla del Septentrión” que sufrió el desbordamiento del Rio Grande, que hace honor a su nombre por su amplitud y bravura de sus aguas, que arrasó con cosechas, ganados e inmuebles de los residentes del lugar.
Ante tal acontecimiento los miembros del equipo de emergencia de la comuna tecleña, luego de la experiencia obtenida en el terremoto 2001 y tormentas Mitch y Stan en octubre 1998 y 2005 respectivamente, fuimos enviados apoyar con abastecimientos a los damnificados de tal catástrofe, para lo cual se conformó un equipo integrado por: Martín Antonio Barahona (experto en gestión de riesgo), José Melara (+), Enrique Viera y un servidor como jefe de delegación, emprendiendo un largo viaje de 12 horas.
El 20 de octubre de 2007, a las 10:00 pm, iniciamos tal viaje con los insumos necesarios para socorrer a nuestros hermanos nicaragüenses, luego de una breve oración y cobijados por la noche cargamos combustible, cenando algún antojo y bebiendo café, afín de no dormir en el trayecto, durante el mismo cantamos, chistamos y recordando efemérides como la Guerra de las Cien Horas, llegamos a tierra de carnaval, siendo requisados por un retén policial que verificó la carga e identidad de cada uno de los miembros, continuamos el viaje.
De madrugada llegamos a Santa Rosa de Lima, siendo testigos de una escena de intolerancia indignante, sin embargo, nos convidaron a no intervenir en el asunto, mientras nos presentaron sendas pistolas, por lo que hubo que proseguir la marcha, notificando del hecho a la autoridad, quienes ni se dieron por aludidos, llegamos a la aduana Amatillo cumpliendo con las normas tributarias siendo avalados a continuar, ingresamos al Puente Goascorán en territorio hondureño.
El frío de la noche, la radio y un profundo silencio fueron nuestras únicas compañías, siendo retenidos infinidad de veces por la policía, solicitando una “colaboración” disque para las aguas o café, sorteados todos estos obstáculos, con ojos rojos por el sueño, llegamos por fin a tierras nicaragüenses, todo marchaba sobre ruedas, con la excepción que la delegada del Ministerio de Agricultura, se le antojó negarnos el paso sin antes desembarcar y cargar nuevamente el donativo, generando molestias en el equipo, al final fuimos autorizados por la policía a continuar la marcha hasta nuestro destino.
En Matagalpa constatamos el nivel de destrucción ocasionado, casas colapsadas, sembradíos anegados, calles y puentes destruidos, así como albergues habilitados, dio inicio nuestra labor, incluso llamó nuestra atención un payaso que perdió todas sus pertenencias, lo cual no amilano su ánimo, mostrando sus dotes de baile a la concurrencia, aplicando la famosa frase de Charles Aznavour, “ La función debe continuar”, luego de tres extenuantes días de trabajo, llego la hora de regresar a casa con la satisfacción del deber cumplido.
A diferencia del trayecto de ida no hubo mayores inconvenientes en el camino, únicamente en Honduras, con un oficial que retuvo a la delegación por una supuesta falta de tránsito, lo que costaría unos cuantos dólares para proseguir la marcha, ingresando a territorio nacional, cansados y sudados, con una sonrisa en el rostro, con la misión cumplida de haber mitigado el dolor y sufrimiento de nuestros semejantes de la amada patria, cuna de Rubén Darío.