Caralvá
Fundador
Suplemento Tres mil
Las formas clásicas de ver al mundo son idealistas y materialistas, tadalafil la primera es la versión extratemporal e inmaterial de todo modelo especulativo que no tiene demostración científica, el otro es el contexto visible, “lo que hay”. En general los elementos de la filosofía pueden compararse al sentido común para tomar decisiones o aceptar la vida en este planeta, pero sucede que heredamos diversos niveles humanos: historia, geografía, cultura, etnias, economía, etc., si estas relaciones parecen infantiles, pensemos la diferencia de nacer en el Norte de África o en Europa, en El Salvador o Canadá, Suiza o Sierra Leona etc. Aceptadas estas condiciones idealistas y materialista; la visión filosófica en su diversidad mundial del siglo XXI no puede ser la misma, ni lo será quizás durante los siguientes siglos. Así las lecturas de estas realidades nos implican que sabiduría es aceptar diversos tipos de verdades, así el primer mundo puede poseer una verdad con ingresos superiores al resto de la humanidad, mientras la cola del mundo observa y toca las puertas de las murallas de la riqueza en aquellas naciones, entonces la filosofía aparece entre las multitudes para cambiar al mundo. Observemos a nuestro mundo ahora: un arrogante primer mundo con una mentalidad de superioridad desprecia a las naciones a su alrededor, veamos los muros y policías en las fronteras de Europa y África, o entre Estados Unidos y México, mientras las naciones excluidas de los modelos históricos por la expoliación colonial aún no pueden conquistar los niveles que se merecen, no obstante proponer alternativas a esta realidad debe ser el camino para abrir nuevos caminos creativos. Como en los negocios, ganar-perder es sustituido por ganar-ganar, me parece que esta condición cumple un modelo filosófico que recuerda aquella premisa de elevar las discusiones sobre las pasiones humanas, de tal manera que muchos de los elementos abandonan: “las subastas del sufrimiento” por un pragmatismo de contribuir al desarrollo de las naciones excluidas, un ejemplo de ello es la enfermedad del Ébola (una enfermedad de pobres), esta calificación no es gratuita, así fue considerada hasta que por accidente llegó a Europa y Estados Unidos, esta terrible amenaza despertó la alarma que tocaba a sus pueblos, así la enfermedad de los pobres y olvidados africanos cobró carácter mundial y hasta entonces el primer mundo respondió con su tecnología, antes de esos percances casi se desconocía su peligrosidad. Cuba demostró que su modelo socialista responde al llamado de la humanidad pobre y envió brigadas médicas a las zonas afectadas, para ello no necesitó el capital del primer mundo, únicamente solidaridad. Sabiduría “sin sistema” al final es saber que uno tiene elección, es saber que no somos títeres y podemos ejercer la libertad desde nuestras naciones. El mundo que conocemos administra y distribuye el sufrimiento a su manera, vivimos así una jerarquía del dolor, por eso existe nuestra filosofía de liberación, condición muy parecida a las palabras de Epicuro (341 a.C – Atenas, 270 a.C): “Si nada nos conturbasen los recelos de las cosas de los meteoros y los de la muerte, caso que en algo nos pertenezca (si algo entiendo de los confines de dolores y deseos) no tendríamos necesidad de la filosofía”. (Libro X, 13, 11 pág 372 Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos.)