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Salazar Retana y aquella entrevista

Mauricio Vallejo Márquez

Escritor y coordinador

Suplemento Tres mil

 

La primera vez que lo vi fue para una entrevista en Debate cultural de canal 10. En ese tiempo el comunicador Jorge Ortiz Espinoza (QDDG) nos contactó para hablar de “literatura joven”. Así que junto a Rafael Mendoza López nos pusimos nuestros mejores atuendos y tomamos el bus con rumbo a Santa Tecla. No sé porque razón (con tanto calor) no nos quitamos el saco en todo el trayecto.

Al llegar a la televisora (Canal 10), pasamos al área de maquillaje. En ese 1999 no sabía que para salir en TV te tenían que poner polvos en el rostro para no destellar algún reflejo ante las cámaras.

El arquitecto Luis Salazar Retana era paciente y apacible. Tanto que al final nadie podía enojarse mucho con él. Creo que le tuvo paciencia a mi terrible impostura juvenil. Iba de traje negro, todo elegante, pero con zapatos cafés y calcetas blancas todas flojas porque el elástico había cedido. No recuerdo porqué, pero me retraía un poco en la entrevista y esto hacía que el conductor quisiera preguntar más y más. En lugar de estar feliz por la entrevista estaba molesto porque solo a mí me preguntaba. Tonteras de muchacho de diecinueve años. Tengo bien presente cuando me preguntó que era poesía para mí, y como yo le dije que “la poesía es un barco que navega en el cielo”. Luego el silencio de unos breves segundos. Tiempo después me reuní con Giovani Galeas y Carlos Santos y me dijeron que les había agradado que definiera la poesía con una metáfora.

Ese mismo día conocí a Álvaro Darío Lara, con quien compartimos muchas reuniones en las que hablamos de libros y el mundillo literario hasta que el tiempo nos llevo por distintos caminos.

Después de la entrevista jamás me volví a reunir con Salazar Retana,  lo vi en su programa un par de ocasiones,  hasta que lo asumió Álvaro. Y así poco a poco la TV dejó de encenderse en mi vida.

Recuerdo que un matutino publicaba sus cuentos todos los domingos, y que de igual forma dejó de hacerlo. Así que poco a poco fui olvidándome del arquitecto

Hace algunas semanas, al enterarme de que había fallecido me dio una profunda tristeza, siempre me dije que debía reunirme de nuevo con él, conversar como la gente. Todas esas cosas que uno siempre se propone, más cuando madura. Pero el tiempo se tragó la oportunidad. Pero ya habrá tiempo de resarcir los renglones torcidos y viajar de oriente a occidente en busca siempre de la luz y la vida.

Creo que ahora leeré con mayor atención sus cuentos. Salud, don Salazar Retana. Ahora ya es parte de la gran constelación de escritores que habita el ancho universo sin brújula.

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