Rolando Alvarenga
@DiarioCoLatino
Porque los “Primeros Juegos Panamericanos Juniors”, de Cali, Colombia, eran nuestro termómetro idóneo para ver dónde estamos y qué podemos esperar para los próximos años, la actuación y el saldo de la cosecha lograda en estos juegos continentales, nos refleja y confirma un legado estéril del trabajo que la mayoría de federaciones no han hecho en los últimos años.
Nada nuevo y novedoso, pero sí preocupante, con respecto a que no tenemos sólidas canteras o semilleros que vengan empujando fuerte y con posibilidades para propiciar un tan necesario y urgente relevo generacional. Lo anterior, de cara a la conformación del contingente que nos representará en los próximos Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023.
Significa que, a partir de las generosas cantidades de dinero estatal que anualmente entrega el INDES a las federaciones, se debe empezar a condicionar el aporte de esta plata a la producción de frutos y resultados en las categorías infanto-juveniles y mayores. Y un buen primer paso debe ser la contratación de entrenadores extranjeros que vengan a conducir y enderezar profesionalmente los destinos de este pobre deporte. Impulsar una conducción más dinámica y agresiva para levantar este postrado nivel deportivo en general.
Es que tras la actuación en Cali-Valle, con una modesta cosecha de 3 platas y 5 bronces con más de sesenta atletas, esta situación ya no puede seguir de la misma manera. Ahora que INDES y el COES han firmado la pipa de la paz, la ocasión es propicia para trabajar conjuntamente y aprovechar al máximo los millones de dólares estatales destinados al deporte. No basta la recreación, debe recuperarse el terreno perdido en los principales compromisos del ciclo olímpico, lavar la cara y recuperar el respeto en el campo internacional.