Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
La Organización Panamericana de Salud (OPS) señaló, luego de presentado su nuevo informe, que la “salud mental debe ocupar un lugar prioritario en la agenda política tras la pandemia del Covid 19. El informe destaca que las enfermedades mentales han representado históricamente una importante carga de discapacidad y mortalidad en la región que se agravó con la reciente pandemia.
El director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jarbas Barbosa, exhortó a los tomadores de decisión y Estados miembros a garantizar que la salud mental ocupe un lugar de “prioridad”, a la vez, de integrar a todos los sectores y políticas, a fin de abordar el “agravamiento de la salud mental en las Américas”.
“La pandemia ha puesto de relieve el papel central de la salud mental en nuestro bienestar, dado que la COVID-19 y sus efectos han repercutido en nuestras vidas, economías y sociedades”, acotó Barbosa, luego de la presentación del Informe “Una Nueva Agenda para la Salud Mental en las Américas”, elaborado por una Comisión de Alto Nivel sobre salud mental y COVID-19 de la OPS.
Asimismo, detalla que la salud mental ha representado una importante fuente de “discapacidad y mortalidad en las Américas, al representar casi un tercio de todos los años vividos con una discapacidad”. El informe señala que la pandemia aumentó estos factores de riesgo de los problemas de salud mental a partir del desempleo, la inseguridad económica y el duelo por la pérdida de familiares.
Para el director Jarbas Barbosa, esta falta de acceso a la atención, tuvo una intervención de diversos factores previos a la pandemia, entre los que especificó la escasa inversión en el área, sólo el 3% de los presupuestos de salud de los países se destinan a la salud mental, así también, la dependencia de la hospitalización de larga duración cuando la mayoría de estos problemas de salud mental pueden resolverse con atención en la comunidad.
A lo anterior, dice el informe, se suma la grave escasez crónica de personal de salud mental capacitado y el acceso reducido a los servicios para las personas que viven en situación de vulnerabilidad. Y que pese, a este alto nivel de problemas de salud mental en la región, la mayoría de quienes padecen una condición no reciben la atención que necesitan. “Sólo en el año 2020, más del 80% de las personas con una enfermedad mental grave, incluida la psicosis, no recibieron tratamiento”, acotó Barbosa.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) abordó esta situación en mayo de 2022, y estableció una Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental y COVID-19, que la integraron 17 expertos de gobiernos, sociedad civil, el sector de la academia y personas con experiencias de vida en salud mental, quienes elaboraron este reporte con orientaciones para la OPS, de como proveer salud mental en la región durante y después de la pandemia.
Algunos datos sobre la “salud mental de las Américas” señalan que un tercio de todos los años vividos con discapacidad (AVD) y un quinta parte de años de vida ajustados en funciones de discapacidad (AVAD) se deben a enfermedades mentales, neurológicas, consumo de sustancias y suicidio.
Los trastornos depresivos y de ansiedad son la tercera y cuarta causa de de discapacidad, que el alcohol es responsable del 5,5% de todas las muertes en las Américas y ser la segunda región con mayor consumo de alcohol en el mundo.
El suicidio se cobra la vida de casi cien mil personas al año en la región. Y la tasa regional de suicidio ajustada por edad aumentó un 17% entre 2000 y 2019. Que 8 de cada 10 personas con una enfermedad mental grave no recibe tratamiento.
También los trastornos depresivos graves aumentaron un 34%, y un 32% los trastornos de ansiedad. Un 65% de los países informaron la interrupción de los servicios esenciales de salud mental y consumo de sustancias (2020) aunque ha disminuido a principios del año 2023 (14%).
El informe ofrece 10 recomendaciones a los Estados y tomadores de decisión sobre la salud mental. La primera es elevar la salud mental a nivel nacional y supranacional, luego, integrar la salud mental en todas las políticas, aumentar la cantidad y mejorar la calidad del financiamiento para la salud mental, garantizar los derechos humanos de las personas con problemas de salud mental.
A las recomendaciones se agregan promover y proteger la salud mental a lo largo de toda la vida, mejorar y ampliar los servicios y la atención de salud mental a nivel comunitario, fortalecer la prevención del suicidio, adoptar un enfoque de transformador frente a las cuestiones de género en pro de la salud mental, abordar el racismo y la discriminación racial como determinantes de la salud mental y mejorar los datos y las investigaciones sobre la salud mental. “Invertir en salud mental es crucial para promover un desarrollo humano equitativo y sostenible que permita a todos vivir con bienestar y dignidad. Debemos recordar que la carga de la salud mental no es una lucha privada, sino una crisis de salud pública que justifica una acción urgente e inmediata”, sostuvo Epsy Campbell Barr, presidente de la Comisión y exvicepresidente de Costa Rica.
Mientras, Néstor Méndez, copresidente de la Comisión y Director General Adjunto de la Organización de los Estados Americanos (OEA), agregó “Hoy no lanzamos simplemente un informe, lanzamos un faro de esperanza, una hoja de ruta para el cambio en la forma en que vemos, tratamos y priorizamos la salud mental en las Américas, especialmente tras una crisis mundial que la ha afectado profundamente”.