Carla Teresa Arias Orozco
Para Antonio Gramsci, el intelectual estará determinado por el lugar y la función que ocupa en el conjunto de las relaciones sociales; su función será la de propiciar la toma de conciencia dentro de la clase a la que está vinculado orgánicamente, y al mismo tiempo provocar, dentro de su misma clase, una concepción del mundo homogénea y autónoma. En este sentido Salvador Arias fue construyendo una concepción de El Salvador en el que se debería trabajar para una transición del capitalismo al socialismo, y el cual debería ser un proceso que partiría de lo simple a lo complejo, sustituyendo las leyes del capitalismo, en lo económico, por el poder socialista del pueblo, donde la democracia socialista no podría coexistir con la democracia burguesa.
En el momento histórico en el que comunismo y socialismo eran palabras que costaban la vida a quienes las apoyaban, Salvador Arias fue configurando una suerte de conciencia de clase y de convicción por estudiar y conocer de cerca el sistema capitalista. En esa ruta de conocimiento se fue a Londres, en 1977, a estudiar una maestría en Economía en la Universidad “The London School of Economics”. En ese medio de alta educación, y con su inagotable avidez por el saber, profundizó su conocimiento respecto a Adam Smith, David Ricardo, Carlos Marx y muchos otros. En ese tiempo de estudio se dio cuenta que para poder aportar y contribuir a trasformar su país, debía continuar sus estudios. Por eso en 1985 hizo un doctorado en la Universidad de París VIII y posteriormente en 1999 un post doctorado en la Universidad de París I, más conocida como La Sorbonne, especializándose en la biotecnológica y la globalización.
En 1979 publicó, en la Revista de Estudios Centroamericanos de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, UCA, un artículo donde ya tenía claro que su opción intelectual era por y con los pobres. En dicho artículo expuso que la reforma agraria, que se estaba debatiendo en esos momentos, debería de tomar en cuenta dos puntos centrales : 1) redistribuir los ingresos que se generan con el trabajo de la tierra entre los que la hacen producir y no hacer una redistribución o parcelación física de la tierra; y 2) eliminar el concepto de propiedad privada individual o colectiva sobre la tierra, puesto que los beneficios de esta los debe gozar quien la trabaje, y la tierra deberá ser propiedad de todo el pueblo.
Como militante del FMLN, desde 1980, continuó dando sus aportes a su partido e insistió hasta sus últimos días en visibilizar que el modelo económico vigente sirve exclusivamente a los intereses de la gran burguesía internacional y a la burguesía oligárquica local, que subsiste con la sobreexplotación del pueblo y la expulsión de los compatriotas al extranjero. Además, así como muchos otros economistas de renombre, ya en el año 2008 hablaba de una crisis sin precedentes del modelo neoliberal y publicó su libro “El derrumbe del neoliberalismo”, el cual tiene mucha vigencia en la actualidad.
En su vasta historia académica y política, es propicio hacer una breve reseña de algunos de sus aportes. Propone, incansablemente 5 medidas económicas fundamentales para transformar a la sociedad salvadoreña: 1) volver al Colón (Publica el libro “La dolarización, Impactos en la Economía Nacional: Una Propuesta para el regreso del Colón y el abandono del Modelo Neoliberal”; 2) hacer una auditoría de la deuda (Publica el libro “La Trampa de la Deuda: En el Sistema Capitalista y la Economía Salvadoreña”); 3) renegociar con el FMI los acuerdos para que estén en función de las necesidades del pueblo, y no solamente en reducir el déficit fiscal por medio de políticas de austeridad; 4) profundizar la reforma agraria y reactivar el agro por medio de la agricultura familiar basada en el conocimiento y la biotecnología (Publica el libro “Agricultura Familiar e Industrialización Sustentable”); y 5) reformar el sistema de pensiones a un modelo estatal. Además, en sus escritos y conferencias, propuso combatir la corrupción y la elusión, (Publica el libro “El Libro negro de la corrupción”), crear una política industrial, fomentar las fuerzas productivas de la micro y pequeña empresa, estrechar lazos con el movimiento social, y educar y organizar al pueblo.
Estas ideas parecen demasiado radicales en un mundo capitalista actual en que pensar en eliminar la propiedad privada, transitar al socialismo, creer en la teoría de la dependencia y en la vigencia plena de las ideas de Marx, son ideas del pasado. Eso no es exacto, el pensamiento ortodoxo conservador nos ha hecho creer que no hay mundo posible que no sea el capitalismo y que el ser humano es egoísta por naturaleza. Pero el ser humano es producto de una realidad histórica y social que lo van configurando, por tanto la izquierda latinoamericana debe repensarse para hacer posible una nueva cultura con nuevas y solidarias formas de convivencia.
Las casi coincidencias políticas y económicas con la derecha, ahora llamada “social”, están haciendo que las alternativas de política, que dan esperanza a los más desfavorecidos, se desvanezcan. Actualmente la mayoría de partidos en El Salvador tienen el mismo discurso. Todos están por apoyar al pueblo, por el desarrollo, por la justicia y la igualdad, pero, ¿a quién le vamos a creer? Las palabras se las lleva el viento y los discursos se guardan después de ganar las elecciones.
¿Cuál es la alternativa? Aún no la sabemos. Estén o no de acuerdo con todo el planteamiento de Salvador Arias, los partidos de izquierda y los movimientos sociales, si quieren demostrar que son una alternativa real a la situación de pobreza y de subdesarrollo, tienen el deber de profundizar el debate, evaluar si se va seguir navegando con un modelo neoliberal y un sistema capitalista que en su esencia genera desigualdades. ¿Cuáles son las trasformaciones, de raíz, urgentes e impostergables? ¿Cuáles son las medidas de largo plazo necesarias para trasformar la sociedad salvadoreña?
Lo que está claro es que el único partido de izquierda que está en la Asamblea es el FMLN y como tal no debe morir ni debe debilitarse. Se debe reconstruir y fortalecer, puesto que la democracia se fortalece con diversidad de pensamiento. Muchos de nuestros intelectuales están dejando esta vida. El compromiso de los jóvenes es aún más importante, pues trasformar una sociedad requiere que nos preparemos, que aprendamos de los errores y pensemos en un mundo nuevo con convicción. Un sine qua non para que esto se dé es que los sectores vulnerables se organicen por sí mismos y no sigan siendo factores pasivos de decisiones de los aparatos políticos y organismos supranacionales. Que sus procesos de organización y participación sean resultado de sus propias reivindicaciones, para que las autoridades las introduzcan en sus decisiones políticas.
“Solo el pueblo salva al pueblo”.
Sean estas reflexiones en memoria de mi padre, Salvador Arias, quien murió con las botas puestas el 10 de enero del 2018.