Liliana Martínez-Scarpellini
Los Ángeles/dpa
Las películas de catástrofes nunca mueren en Hollywood, que persigue esa suerte de fascinación del público por los horrores que suponen que nunca tendrán que padecer. Y en eso mismo se basa “San Andres”, que lleva el nombre de la gran falla californiana de San Andrés.
El argumento es sencillo: un terremoto de unas proporciones descomunales y nunca antes vistas sacude la costa oeste de Estados Unidos, con tal virulencia que se deja sentir en la otra costa del país. Y en medio de tal catástrofe está Ray (Dwayne Johnson), un tipo duro del departamento de bomberos de Los Angeles en su división de rescate aéreo y especialista en helicópteros.
Además de salvar tantas vidas como pueda, la misión de Ray es encontrar su ex mujer (Carla Gugino) y de ahí trasladarse a San Francisco para localizar a su hija (Alexandra Daddario). Ese es el hilo conductor de una cinta dirigida por Brad Peyton que basa su éxito casi exclusivamente en los efectos visuales, ya que más que un terremoto convencional de lo que se trata es de algo imposible de contener, una ruptura masiva de la falla que se lleva por delante el centro de Los Angeles, con todos sus rascacielos incluidos, y que también arrasa Hollywood y sus alrededores.
Y si esa hecatombe no fuera suficiente, después llega el tsunami posterior, con imágenes espeluznantes de la bahía de San Francisco y una ola gigante que está a punto de tragarse el puente Golden Gate y el resto de la ciudad. Es un proyecto millonario -ha costado 100 millones de dólares- que se anunció en diciembre de 2011 y que, por desgracia para Warner Brothers, ha coincidido con la catástrofe en Nepal.
En el país del Himalaya, el terremoto de magnitud 7.8 grados en la escala de Richter se ha cobrado más de 7.000 vidas, una tragedia que les ha llevado a suavizar su campaña de promoción de la película. De hecho, después de registrar millones de visitas en YouTube con sus dos primeros trailers, lanzaron un tercero con una versión enfocada más en la parte humana del argumento y un poco menos en la destrucción masiva de las ciudades estadounidenses.
Lo curioso es que la película se rodó en Australia en su mayoría, aunque también hubo partes que se desarrollaron en Los Ángeles, San Francisco y Bakersfield. En cuanto a las escenas de acción, Johnson se mostró encantado. Dice que nunca había tenido tal cantidad de adrenalina y que pudo rodar escenas peligrosas hasta en su cumpleaños. “Fue un gran regalo de cumpleaños”, señaló.
Es la prolongación de una racha muy positiva para el ex luchador profesional. A sus 43 años está en el mejor momento de su carrera, situado como uno de los grandes pesos pesados del cine de acción y en la lista de los actores mejor pagados de la industria.
Ha formado parte de “Fast & Furious 7”, la película de carreras ilegales de coches que ha batido un récord de taquilla en China y que aún no ha terminado su andadura. También fue el protagonista de “Empire”, junto a Liam Hemsworth y Emma Roberts, y “Hércules”, otro trabajo de mucho músculo que en total ingresó 243 millones de dólares a nivel mundial.
Su perfil y su buen estado de forma le aseguran una larga vida en Hollywood, cada vez más ávido de filmes de acción en las que la carga interpretativa suelen ser lo de menos. El público quiere sufrir e imaginarse una destrucción sin parangón y eso mismo es lo que ofrece “San Andreas”, otra forma de entender el fin del mundo.
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