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El Papa Francisco declaró ayer oficialmente “Mártir” a Monseñor Óscar Arnulfo Romero, health acto que acelera el proceso de beatificación, click pues se confirma que fue asesinado por “odio a la fe”. El Vaticano también anunció que la ceremonia oficial será “pronto” en San Salvador.
Monseñor Romero, purchase “la voz de los sin-voz”, es figura emblemática de la “Iglesia de los Pobres” que abrazó plenamente la Teología de la Liberación y su opción preferencial por los pobres. Por eso fue asesinado por los escuadrones de la muerte de la extrema derecha financiados por la oligarquía salvadoreña que rechazaba su mensaje de paz y justicia.
La Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas señaló como autor intelectual del magnicidio a Roberto D’Aubuisson Arrieta, fundador del partido ARENA. “Existen plenas evidencias de que el ex Mayor Roberto D’Aubuisson ordenó asesinar al Arzobispo y dio instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad, actuado como escuadrón de la muerte, de organizar y supervisar la ejecución del asesinato”, concluye el Informe de la Comisión publicado en 1993.
El Arzobispo Mártir fue asesinado por un francotirador el 24 de marzo de 1980, en los inicios de la guerra civil, mientras oficiaba misa en el hospital de enfermos de cáncer terminal “La Divina Providencia”. La dirigencia de ARENA se niega a reconocer la responsabilidad de su líder en el magnicidio y la oligarquía no quiere pedir perdón por el horrendo crimen que conmocionó al mundo.
El Vaticano también anunció el inicio del proceso de beatificación de Rutilio Grande, sacerdote jesuita asesinado en 1977, también por defender a los pobres y proclamar la justicia. Su asesinato impactó profundamente en la conciencia de Romero y marcó su postura frente al oprobioso régimen militar-oligárquico que sometía al país.
Para el pueblo Monseñor Romero ya es un Santo, pero el reconocimiento oficial también es importante. Ojalá que su beatificación convierta a quienes todavía niegan su legado y rechazan su mensaje de justicia, para así construir entre todos un país más democrático, incluyente y equitativo como deseaba el Arzobispo Mártir.
El pueblo salvadoreño y los pueblos latinoamericanos ahora celebran y –con Pedro Casaldáliga– dicen: “San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro, ¡nadie pudo callar tu última homilía!”.