Por: Iván Escobar
Colaborador
@DiarioCoLatino
Monseñor Oscar Arnulfo Romero fue asesinado la tarde del 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba una misa en la parroquia del Hospitalito de la Divina Providencia. El 30 de marzo de aquel año, miles de salvadoreños acudieron a su funeral, para despedirle y estar con él. Por su parte las fuerzas represivas del Estado y sectores radicales de derecha respondieron con un ataque en contra de la multitud.
La masacre perpetrada en las afueras de Catedral Metropolitana, en la plaza Cívica de la capital fue el domingo de Ramos de aquel año, y en el lugar se habla que estaban presentes más de 150 mil personas, las cuales literalmente fueron ametralladas desde los edificios aledaños por parte de efectivos militares y paramilitares, además lanzaron explosivos para amedrentar a los feligreses.
Estos hechos sucedieron hace 42 años. El teólogo español Juan José Tamayo, quien estuvo de visita en el país la semana pasada para clausura el seminario “Fe y Política”, sostuvo que al ver las distintas actividades en conmemoración del 42 aniversario de San Romero, concluyó en que “la figura de Mons. Romero no ha caído en el olvido, esto es motivo de satisfacción, demuestra que Romero vive y esa es la afirmación que tiene que quedar en la mente y en nuestros corazones”.
Por su parte, el pastor de la Iglesia Bautista Emmanuel, Miguel Tomás Castro, expresó que “Mons. Romero es una vida de enseñanza, una vida luminosa tan necesaria para estos tiempos de sombras en El Salvador”.
Las palabras del pastor Castro se dieron en el marco de la Cátedra Testimonial “Monseñor Romero Defensor de la Vida”, organizada por Iglesia Bautista Emmanuel, en el marco del 42 aniversario del pastor y mártir salvadoreño.
Esta cátedra la ofreció el Dr. Roberto Cuéllar, quien fungió como Director del Socorro Jurídico en tiempos de Mons. Romero. Cuéllar destacó durante su ponencia que la figura de Mons. Romero está presente hoy en día, pero también compartió como un grupo de jóvenes profesionales del derecho, entre ellos Cuéllar, fueron orientados por el religioso y dieron pauta para implementar conceptos jurídicos nuevos y abordaje del tema de derechos humanos desde esta instancia en la cual Mons. Romero recabó información para sustentar su voz profética de denuncia cada domingo en púlpito, al presentar las diferentes violaciones a derechos humanos cometidas a finales de los 70´s, en los albores de la guerra civil que se consolidaba a partir de 1980.
También compartió durante su participación que Mons. Romero hizo cosas en favor de los derechos de las y los salvadoreños que a la fecha ningún defensor de derechos humanos ha superado. “Nadie lo ha hecho con aquella jerarquía, con aquella voz iluminada, fuerte, tremenda del Arzobispo”, precisó.
Testimonio de hoy
Después de 42 años de su crimen, el cual sigue en la impunidad al igual que otros casos cometidos durante el conflicto armado, los testimonios en su tierra natal siguen vigentes y florecen en cada aniversario. Algunos testigos de su andar por estas tierras además comparten qué nos diría Mons. Romero en estas fechas.
Uno de ellos, lo compartió Mayté Domínguez, una mujer de 65 años, quien el pasado 24 de marzo participó en la procesión conmemorativa, y compartió con entusiasmo cómo le conoció. “Recuerdo sus homilías, él nos predicaba que trabajáramos por la paz, aquí en El Salvador y el mundo. A mí, él me sacaba para el día mundial de las naciones, me sacaba de Monja, el primer año; de Ángel, y de india para recoger limosnas para la iglesia”.
Domínguez compartió que Mons. Romero “era una persona amena, alegre, a mí hasta me ayudaba con mis tareas de matemáticas. Lo conocí en el Palacio Arzobispal, a un costado de la iglesia El Rosario, ahí llegaba yo, porque su secretaria, Doña Refugio Álvarez, era mi madrina”. Cuando fue asesinado dice que la noticia la recibió en la Catedral.
A la interrogante: ¿Qué nos diría Mons. Romero? Mayté Domínguez no duda en responder, que el llamado sería: “Que luchemos por la paz, por la fraternidad entre todos los hermanos”.
Por su parte, Regina del Carmen Marroquín Ramírez, originaria de Soyapango, recuerda a Mons. Romero en sus inicios “cuando ya tenía un acercamiento con el pueblo, con los campesinos y las mujeres cuando iba a las cortas de café. Yo lo escuchaba en la radio, una vez lo alcancé a ver allá por el Plan del Pino por donde estaba un tanque de agua por “Los Meléndez”, me vio de cerca, su mirada era tan suave y tan cariñosa que yo sentí que me dijo: que yo me iba a quedar, y él se iba a retirar. Siempre le he seguido”, acotó.
Al consultarle sobre ¿Qué nos diría Mons. Romero hoy? Marroquín Ramírez responde: “Diría que tuviéramos respeto y cuido de las aguas, de los recursos naturales. Nos llamaría a no contaminar”.
Gonzalo Rivas Romero, originario de Dulce Nombre de María, en Chalatenango, todos los domingos está presente en la misa de la cripta de Catedral Metropolitana y en todo acto conmemorativo de San Romero.
“A él lo sigo desde que tomó posesión como Obispo. Visitó Dulce Nombre de María, de donde soy yo, y siempre escuchaba todos los domingos sus homilías, lo conocí bien allá en Chalatenango…he participado en todas las procesiones del Hospitalito”, narró.
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