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San Romero, la sal en la herida de los perversos

Un amigo nos comentó que estuvo en la tarde del miércoles en la iglesia católica de San Benito, ambulance y que ante el comentario de un feligrés, sale de la más grande noticia del día, treatment referente a la fecha de beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, conocida en la mañana del mismo día, otros le recriminaron, aún con odio, que el obispo mártir “era un comunista”.

Los que hicieron esos comentarios seguramente son los resabios de la ultraderecha salvadoreña, que no solo celebraron el día en que fue asesinado el Arzobispo Romero, hoy el Beato Romero, sino que eran de los que azuzaban a los escuadrones de la muerte.

No dudamos que esos personajes son de los fundadores de la Cruzada Pro Paz y Trabajo, del Frente Amplio Nacional, que a finales de la década de los 70 promovían la consigna perversa de “haga patria, mata un cura”.

Son los que en respuesta al anuncio del Vaticano que Monseñor Romero sería beatificado, mutilaron el monumento de Monseñor Romero ubicado frente al Divino Salvador del Mundo.

Qué bajeza de “cristianos”, que repiten el credo en el púlpito y dan el diezmo, pero, no dudan en externar su odio al escuchar el nombre del ya Santo de América.

Menos mal que esos salvadoreños y salvadoreñas, de ultra derecha, ya son una minoría, y sobre todo, ya no pueden cambiar ni la historia ni los designios de Dios.

Es decir, su oposición maligna ya no tiene ninguna incidencia en Roma, para que nuestro Arzobispo Mártir sea canonizado.

Y el 23 de mayo, cuando se celebra la solemne misa de beatificación, los verdaderos cristianos y católicos demostrarán que son la mayoría, y que no solo aceptarán a aquellos que aún guardan odio, sino que les perdonarán, y que desde la intercesión de San Oscar Romero, les invitarán a cambiar el odio por la concordia.

Y es que para la inmensa mayoría de salvadoreños y salvadoreñas católicas, tal como lo expresó Vicenzo Paglia, el postulador de la causa, el anuncio de la beatificación de Monseñor Romero es una fiesta, no solo en El Salvador, sino en el mundo, lo que debe ser, además, un verdadero orgullo.

Lo más importante, por supuesto, es que la feligresía, sobre todo la salvadoreña, debe seguir el ejemplo de Monseñor Romero, es decir, la búsqueda de la justicia.

Hoy, lo que realmente cuenta, como lo dijera el Obispo Paglia: “esta beatificación es un don extraordinario para toda la iglesia en el mundo y en especial para todo El Salvador, porque Romero desde el cielo se ha convertido en el pastor bueno y beato que une hoy a todo su pueblo, por el cual dio su propia vida”.

Pero, además, Monseñor Romero seguirá siendo la sal en la herida de los perversos en El Salvador.

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