Patricia Meza
@DiarioCoLatino
La oscura noche cobijo la plaza Gerardo Barrios que fue tomada multitudinariamente por salvadoreños y extranjeros que acompañaron desde tempranas horas la víspera de la canonización de San Romero de América, el profeta mártir.
A la voz de, “tú pueblo te hizo santo”, Romero que fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un francotirador contratado por Roberto d’Aubuisson, volvió a vibrar en los corazones de los salvadoreños.
La devoción se convirtió en fiesta, para recordar a Monseñor Romero que después de 38 años, el Vaticano reconoce su santidad y lo eleva a los altares de la iglesia católica. Cumpliendo sus palabras proféticas, “Si me matan resucitaré en mi pueblo”.
En las calles aledañas a la catedral metropolitana miles de personas celebraron la canonización del beato Oscar Arnulfo Romero.
Esa noche del 13 de octubre hasta la lluvia cesó y una fresca brisa inundó el lugar matizado con las diferentes expresiones culturales, en homenaje a San Romero de América. La cultura romeriana plasmó su presencia con estatuas que representaban ángeles, mujeres campesinas, sacerdotes entre otros.
Además, el pueblo salvadoreño en su laboriosidad no dejó de ofrecer sus ventas informales en su mayoría café, panes con frijoles y agua.
Y también hubo camisetas con el rostro de Romero, frases de su martirio, gorras,cuadros y llaveros entre otros que rendían tributo al beato.
Las cafeterías permanecieron abiertas las 24 horas y daban la bienvenida a los peregrinos y a todas aquellas personas que habían decidido pasar la noche y la madrugada en la actividad ofreciéndoles café y comida rápida.
En esta celebración los sentimientos se mezclaron con el recuerdo doloroso del martirio y la alegría de que Romero iba a ser elevado a los altares por el Vaticano y su nombre escrito en el libro de los Santos.
Es de reconocer la participación de familias completas desde el más adulto hasta los más pequeños, también es de reconocer la participación de seguidores solitarios, que pese a profesar diferentes religiones creen que el modelo de Monseñor hay que seguirlo.
Y así la lista de estudiantes, extranjeros, ancianos sostenidos en sus bastones, miembros de diferentes iglesias, personas con enfermedades crónicas y hasta un ateo habían llegado al lugar en espera del nombramiento oficial del Santo, cuya voz resuena con mucha mayor fuerza en el mundo y es considerado el salvadoreño más universal, y del cual su ejemplo profético obliga a transformar la sociedad.
La velada continuó en la madrugada entre cantos, música y batucada la feligresía esperó pacientemente el nombramiento. Al filo de las 2 40 de la madrugada el papa Francisco pronunció lo esperado, “El Salvador tenía su Santo”.
Las lágrimas de alegría rodaron sobre las mejillas de los asistentes, así como también las plegarias por la paz.
Los cohetes de vara, las luces de colores, los globos que se lanzaron al oscuro cielo formaron parte del jubilo. Al filo de las 4 de la mañana las ventas todavía permanecían en algunas calles y los asistentes se dispusieron a irse a sus hogares, otros a visitar la cripta donde yacen los restos del que “Siempre fue Santo”.
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