San Salvador 1546 e historia de (Alejandro Selkirk) Robinson Crusoe
Caralvá
Intimissimun
De la Gaceta del Gobierno Supremo del Estado del Salvador, en la República de Centro-América T.1. San Salvador, abril 9 de 1847, N°3.
“…Se llame e intitule Ciudad”
Don Carlos por la divina clemencia, Emperador siempre Augusto, Rey de Alemania: Doña Joana su madre y el mismo Don Carlos, por la misma gracia Reyes de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Cecilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mayorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdova, de Corsega, de Murcia, de Jaem, de los Algartes, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas Canaria, de las Indias, Islas y Tierra firme, del Mar Océano: Condes de Flandes e Tiroles. Por cuanto somos informados que en la provincia de Cuscatlán, hay un pueblo que llaman Villa de San Salvador, el cual diz que está en sitio y tierra fértil y abundosa, y donde acude mucha gente española e indios comarcanos, y decantado esto tenemos voluntad que dicho pueblo se ennoblezca y otros pobladores se animen a ir a vivir a él, y porque de ahí nos lo suplicaron por usted al de Oliveros y Hernand Mendez de sot mayor, es nuestra merced y mandamos que agora e de aquí adelante se llame e intitule Ciudad, o que goce de la preeminencia, prerrogativa é inmunidades que pueda y debe gozar por ser Ciudad y encargamos, al Hilmo. Príncipe D. Felipe, heredero muy caro y muy amado nieto e hijo , y extendamos a los infantes, Duques, Frodados, Marqueses, Condes, Ricos ómes, Mayordomo de las ordenes, Pobres, Comendadores y Subcomedadores, Alcaldes de los Castillos y casas fuertes y llanas, y a los de nuestro Consejo, Presidentes e Oidores de las nuevas Audiencias y a los de nuestra casa y Corte Real Cancillería, Alcaldes Alguaciles, veinticuatro Regidores, Caballeros, Escuderos, Oficiales y ómes buenos de todas las ciudades, villas y lugares así de estos mis Reinos y Señoríos como de las nuestras indias, islas y tierra firme y más Océano, que guarde y cumplan y hagan guardar y cumplírselo en esta nuestra cédula contenido, y contra el tenor y forma de ello no vayan ni pasen, ni consientan ir ni pasar en manera alguna sopena de la nuestra merced, y de veinte mil maravedís para la nuestra Cámara. Dado en la Ciudad de Guadalajara a los 27 días del mes de septiembre de 1546. Yo el Rey. Yo Joan de Cámaras Secretario de sus Cesáreas y católicas, Majestades, lo prevenga por mandato de su Alteza.
La verdadera historia de Robinson Crusoe
Gaceta del Gobierno del Salvador en la América Central T 4, San Salvador, junio 21 de 1853
Una anécdota histórica. En la sección compendiada de Viajes antiguos y modernos alrededor del mundo, hemos hallado un hecho histórico bastante curioso, perteneciente al viaje de Vood Rogers, capitán inglés, enviado en corso al mar del Sur contra los españoles al principio del último siglo. Le contaremos con los mismos términos del navegante que hace la relación.
“Nosotros habíamos enviado un lote en barca de la chalopa que temíamos hubiese sido detenida por los españoles, cuando la vimos volver con un hombre vestido de piel de cabra, y tan salvaje y montarás como las mismas. Era un escoces llamado Alejandro Selkirk, a quien el capitán Siradling había abandonado en esta isla (de Juan Fernández sobre la costa de Chile en el mar del Sur) hacía cuatro años y cuatro meses. Dicho Selkirk era natural de Largo (¿?), en la provincia de Fife había sido criado a orillas del mar desde su niñez, y dejado en esta isla, donde suplicó le desembarcase con motivo de una reyerta que tuvo con el capitán. Le dieron sus vestidos, su cama, un fusil, pólvora y balas, algo de tabaco, un hacha, un cuchillo, un caldero, una Biblia, con otros libros o instrumentos de marina.
“El principio de su terrible soledad, le inspiró una sombría melancolía; después se fue habituando, hizo dos cabañas de palo de pimientos, la cubrió con juncos y aún las forró con pieles de cabra, se le acabó la pólvora, las cogía a carrera abierta y este ejercicio la habría puesto tan ágil que aventajaba a nuestros mejores perros de caza, habiéndosele destrozado el vestido y el calzado a fuerza de correr se hizo una especie de zamarra y una esperuza de pieles de cabra, que cosió con la lana de la misma tela, sirviéndole de aguja un clavo. Cuando se le gastó el cuchillo, hizo otros con pedazos de hierro que hallaba en las orillas del mar y aguzaba sobre las piedras.
“En sus ratos de ociosos, que como se deja considerar, eran muy frecuentes, se ocupaba en grabar su nombre en la corteza de los árboles, añadiendo la data de su destierro. Había olvidado el habla, y al principio nos costó bastante trabajo entenderle; también él necesitó mucho tiempo para volverse a hacer a nuestro modo de vivir. Pero luego que volvió a nutrirse de otras comidas, beber de otros licores, perdió muchas de sus fuerzas y agilidad, aunque por entonces no pasa de treinta años”
Hemos extractado esta curiosa anécdota, por parecernos que, sin duda alguna fue la que sirvió de base a una de las obras más generalizadas y útiles para la ilustración de la juventud. Alejandro Selkirk fue el modelo de quien el inglés (Daniel Defoe) Foe tomó la primera idea para la composición de su Robinson Crusoé.