NARRADORA El emperador romano Claudio dictó una orden insólita:
EMPERADOR El imperio necesita buenos soldados. Y cuando los soldados están casados no pelean bien. Sólo piensan en su mujercita… Así que… ¡queda prohibido el matrimonio!
NARRADORA Valentín era el joven obispo de Interamna. Conocedor de las arbitrariedades del emperador, drugstore recipe invitó a los enamorados a venir dónde él y casarse en secreto.
VALENTÍN Más fuerte que la guerra es el amor. ¡Yo les bendigo en el nombre de Dios que es Amor!
NARRADORA Cuando el emperador supo de este obispo desobediente, lo mandó a llamar.
EMPERADOR Tú escoges, Valentín: o las bodas de ellos o el funeral tuyo.
NARRADORA Como el joven obispo no renunciaba a su fe cristiana ni a celebrar matrimonios, el emperador lo metió preso. En la cárcel, Valentín conoció a Julia, la hija del carcelero, que era ciega.
VALENTÍN Lo importante no se ve con los ojos, Julia, sino con el corazón.
NARRADORA Y Valentín, testigo de tantos amores jóvenes, se enamoró de Julia.
JULIA (LLORANDO) Te van a matar, Valentín. El emperador ya dictó sentencia.
VALENTÍN Pero el amor es más fuerte que la muerte.
NARRADORA El joven obispo fue decapitado el 14 de febrero del año 270. Poco antes de morir, dejó un mensaje de despedida:
VALENTÍN (CON ECO) Para mi Julia… de tu Valentín.
NARRADORA Pasó el tiempo. Las fiestas de Lupercus, dios romano de la fertilidad, gozaban de gran popularidad entre la juventud. Durante éstas, se metían en una urna los nombres de las jovencitas y los muchachos sacaban un papelito al azar. La pareja que se formaba podía divertirse y retozar durante un año. En la próxima primavera, participarían en otro sorteo de corazones.
PAPA ¡Ese “sorteo de corazones” es una inmoralidad!
NARRADORA A la Iglesia Católica, ya instalada como religión de estado, le molestaban estas fiestas primaverales.
PAPA Pensemos algo… A ver… ¡ya lo tengo!… ¡San Valentín!
NARRADORA A fines del siglo quinto, el Papa encontró en San Valentín un pretexto para sustituir la fiesta pagana de Lupercus.
PAPA Como los jóvenes están aficionados a la urna con papelitos, pongamos nombres, pero no de muchachas solteras, sino de santos. ¡Y que san Valentín los bendiga!
NARRADORA Y sucedió que cuando los muchachos sacaban los papelitos, se encontraban con nombres de difuntos para imitar su castidad.
JOVEN 1 Así no vale… Mira esto… Me tocó un tal San Procopio…
JOVEN 2 Olvídate del sorteo y hagamos lo que hizo Valentín cuando estaba en la cárcel. ¿No dicen que se enamoró y envió una tarjeta a su amada?… ¡Pues en vez de sacarlos, mandemos nosotros los papelitos!
NARRADORA Así fue como se hicieron populares las tarjetas de San Valentín. El 14 de febrero, los jóvenes las enviaban, en secreto, a sus enamoradas.
VALENTÍN (CON ECO) Porque el amor es más fuerte que todas las prohibiciones.
BIBLIOGRAFÍA
www.amen-amen.net/especiales/valentin/