CARLOS ALBERTO SAZ
El invierno ya se acerca presuroso
a irrigar esta tierra que lo espera
con ansias, con un anhelo animoso
de que vuelva ya la primavera.
La primavera que hace florecer
los vergeles, la campiña, las praderas,
en un esplendoroso amanecer
de encendido Sol y nubes mañaneras.
La espera del inverno se vuelve ansiosa,
como la flor espera a la abeja tempranera
a libar el néctar de su corola dadivosa,
que luego convierte en miel de primavera.
Pronto el invierno llegará a nosotros
y el frescor acariciará el ambiente,
y los conejos, las ardillas y los potros
saltarán de una alegría ferviente.
Invierno, ven pronto, ven ya, amigo mío,
dice el laborioso campesino, entusiasmado:
deseo sembrar, el arroz, el maíz y el maicillo,
y por ello es que mis tierras he arado.
Invierno, eres el príncipe de la montaña,
el héroe que irriga el terreno caluroso;
eres el campeón del agua que baña
el bosque reseco que te espera ansioso.
Sólo te ruego, amigo invierno lluvioso,
que te compadezcas de nuestras poblaciones,
que no vengas agresivo ni copioso
y no causas tragedias ni inundaciones.
Invierno, sin ti las tierras de cultivo
no producirían el sustento cotidiano,
que mantiene sano, que mantiene vivo,
tanto al animal como al ser humano.