Por: Rolando Alvarenga
“Del plato a la boca algunas veces se cae la sopa” y “ya se han visto muertos botando basura”, pharm son los dos legendarios refranes que resultan más idóneos para ilustrar el saldo del disparejo partido disputado la noche del pasado viernes entre las selecciones de fútbol de El Salvador y México en el Estadio Azteca de la capital mexicana.
Resulta que medio mundo, incluso yo (al igual que el “chero” que todo el tiempo vaticina el clima en la televisión y nunca le pega) pronosticamos que, dados los antecedentes, los inexpertos hijos del pájaro picón, picón terminarían recibiendo una goliza a manos de los charros. ¡Pero nada!
En el plano esencialmente futbolístico, no sucedió lo que tenía que pasar, porque México no tradujo en goles su jerarquía y calidad profesional. No pudiendo o no queriendo arrollar al hermano menor, los aztecas dieron la impresión de haberse tomado este juego como un sparring. Los mexicanos lucieron muy sobrados ante un limitado rival que, más allá de la voluntad, no fue un peligro real.
Un balde de agua fría y el presagio de una goleada se hizo sentir tempraneramente en el coloso de Santa Úrsula, cuando a los siete minutos Andrés Guardado logró el tanto de la apertura para la causa de los mariachis.
Pero, al final, solo fue una falsa alarma porque las cosas no pasaron de tres. Cifra digerible, a partir de lo que se esperaba en contra de El Salvador.
Mientras México falló una y otra vez sus opciones de gol, los salvadoreños solo llegaron en un par de oportunidades a la zona baja del seleccionado azteca.
Y en abono a lo justo, hay que decir que los pipilos de azul y blanco nunca bajaron la guardia y aportaron su máximo esfuerzo. Producto de esta entrega y esfuerzo, por lo menos tres elementos debutantes aprobaron el examen caliente, pasando a ser esperanzas para un futuro. Tras el pitazo final del guatemalteco Walter López (que no tuvo nada que ver con el resultado) saltaron al primer plano las polémicas interrogantes: ¿no pudo México porque a pesar de su constelación de estrellas anda mal y no funcionó efectivamente a la altura? o ¿los salvadoreños le hicieron hue… sos y dentro de su papel de víctimas se rebuscaron para ser piedra de tropiezo?
En esta capital, y en el interior del país, para no perder la costumbre, por más de dos horas y frente a los televisores predominó un clima de “socazón” y resignación.
Entre nervios y humor negro, se consumió cualquier cantidad de bebidas locas (para no sentir una inminente goliza), bocadillos, churrascos en fin, todo lo que esa noche se sirvió como la especialidad de la casa, sin faltar las malas palabras.
La del viernes fue una edición más de un compromiso que, tradicionalmente, arrastra pasiones extremas. Un partido que al igual que Walt Disney hace hablar hasta los animales, como al “macho” de Faintelson de México, pero que dejó claro que muchas veces no todo está escrito.