Roma/AFP
«Se demuestra que se puede», for sale rx comentó el papa Francisco a Ignacio Guido Montoya Carlotto, prescription cialis el 114º nieto recuperado en Argentina después de 36 años de búsqueda, shop buy un caso que conmovió al mundo y al jefe de la iglesia católica.
«Estoy muy agradecido por el recibimiento del papa, fue perfecto», comentó por su parte Ignacio Guido Montoya Carlotto durante una rueda de prensa en la embajada argentina en Roma, celebrada un día después de haber sido recibido por el papa en el Vaticano junto con su abuela, Estela de Carlotto, presidenta del colectivo de abuelas (de la Plaza de Mayo) que buscan desde hace cuatro décadas a sus nietos secuestrados y criados con nombres falsos en una cruel estrategia de la dictadura militar argentina (1976-1983).
«El encuentro de Ignacio vivo provocó una gran reacción en Argentina e incluso en el mundo: el triunfo de la verdad sobre la mentira se hizo propio del pueblo. Ayer con el papa decíamos eso, se demuestra que se puede. Esa fue la palabra que usó el papa. Se puede.
Podemos darnos la mano, podemos unirnos, podemos hacer cosas buenas en este mundo», contó Estela de Carlotto.
La anciana activista de 84 años y su nieto, quienes conversaron en privado con el papa unos 25 minutos en una sala contigua al Aula Pablo VI del Vaticano, llegaron acompañados por otros miembros de la familia, los tres hijos de la presidenta de las Abuelas -Remo, Claudia y Guido- y sus otros nietos, 18 en total.
«Yo vine como abuela de Ignacio. La invitación del papa fue como abuela de un nieto encontrado. Por ello no hice pedidos concretos como institución. Era una abuela más», dijo.
«Reconciliación Iglesia-Abuelas»
El cordial y familiar encuentro en el Vaticano resulta también un gesto de reconciliación entre el jefe de la Iglesia católica y la incansable militante que batalló por décadas por los bebés robados durante la dictadura.
Carlotto aseguró que evitó hablar con el papa de temas institucionales, y que no le pidió que se abran los archivos vaticanos sobre las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura.
La activista elogió en cambio la relación que mantiene la entidad actualmente con la Iglesia argentina, marcada en el pasado por las tensiones y críticas, y recordó que el presidente de la Conferencia Episcopal argentina, monseñor José María Arancedo, grabó un anuncio de televisión junto a las Abuelas para pedir la colaboración de la población para identificar a los 385 nietos que se calcula viven con otra identidad.
«Tengo una historia feliz dentro de lo intrincado que es. Mis padres me criaron de buena fe con mucho amor y me permitieron ser lo que soy hoy», confesó Ignacio, quien se agregó el nombre Guido como deseaba su verdadera madre, quien dio a luz en una cárcel clandestina pocas horas antes de ser asesinada.
«Cuando empecé a tener conciencia social de lo que significó el penoso proceso militar vivido en Argentina y empecé a hacer propia esa historia, empecé también a tener ruidos en mi cabeza que se terminaron cuando confirmé mi adopción, algo que no sabía», contó.
«Todo fue luego rápido porque el andamiaje institucional de (las) abuelas hace que sea muy fácil acceder a las preguntas y a revelar la identidad. En menos de dos meses llegué al resultado, que si bien no lo esperaba, lo quería. Completé así mi identidad», resumió sin timidez alguna ante los periodistas.