Por Marlowe Hood
París/AFP
Un compuesto del té verde consiguió mejorar las habilidades cognitivas en personas con síndrome de Down, según un experimento clínico de un año realizado por el Centro de Regulación Genómica de Barcelona.
El estudio, publicado en The Lancet Neurology, mostró que el impacto positivo permaneció hasta seis meses después de que acabase la prueba experimental.
Escáneres cerebrales revelaron que el componente del té verde, llamado epigalocatequina galato, altera la manera en la que las neuronas conectan unas con otras en el cerebro.
«Es la primera vez que un tratamiento demuestra eficacia en la mejora cognitiva de personas con este síndrome», informó Mara Dierssen, autora principal del estudio y neurocientífica del centro.
Aunque significante, añadió, los resultados no deben interpretarse como una «cura». «Pero puede ser una herramienta para mejorar la calidad de vida de estas personas».
Expertos que no están involucrados en el estudio advirtieron que, a pesar de que sea «fascinante» y una «importante pieza de trabajo», los descubrimientos deben validarse con ensayos adicionales.
El síndrome de Down es la forma genética más común de discapacidad intelectual y afecta, según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente a una de cada 1000 personas.
También conocido como trisomia 21, es un trastorno genético en el que se tiene una copia extra del cromosoma número 21, lo que conduce a las personas a tener 47 cromosomas en lugar de los 46 habituales.
En el síndrome de Down, la copia extra trae consigo un exceso de proteínas asociadas a las alteraciones cognitivas, lo que conlleva la reducción de dichas habilidades y otros problemas de salud.
La epigalocatequina galato, el compuesto del té verde, consigue que las proteínas vuelvan a niveles normales.
‘Un salto hacia delante’
En experimentos anteriores en los que se trabajó con ratones, Diverssen mostró que reprimir uno de estos genes, DYRK1A, mejoraba la función y el desarrollo en el cerebro.
Pero la técnica utilizada no fue una opción válida para los humanos, por lo que los investigadores optaron por probar con el componente del té verde.
En la prueba experimental participaron 84 personas con síndrome de Down, que a continuación fueron divididas en dos grupos.
Al primero le proporcionaron un tratamiento de té verde descafeinado que contenía 45% de epigalocatequina galato, acompañado con una rehabilitación cognitiva semanal.
Para poder llevar a cabo el estudio, el segundo grupo tomó placebo en lugar del componente del té verde.
Los individuos pasaron distintas pruebas después de tres, seis y 12 meses. Apenas se pudo notar el cambio en la mayoría de ellas, pero en algunas el grupo del té obtuvo puntuaciones mucho mejores.
Además, las personas a las que se les proporcionó el tratamiento presentaron mejorías con el paso del tiempo.
«Es emocionante ver cómo el conocimiento de la neurobiología genética del síndrome de Down está posibilitando tratamientos específicos», comentó David Nutt, director del Centro de Neuropsicofarmacología del Colegio Imperial de Londres.
Marie-Claude Potier, una especialista en síndrome de Down en el Instituto del Cerebro y la Columna Vertebral en París, dijo que los resultados eran «un salto hacia delante» pero la seguridad y eficacia debían ser confirmadas.
Es igual de importante «entender a cada individuo ante su más trasfondo genético y ambiental más grande», como los otros problemas de salud y acceso a la educación, destacaron Fabián Fernández y Jamie Eding, del Instituto del Cerebro Evelyn F. en Arizona.