Bagdad / AFP / Agencias
Sarah Benhaida
Irán prometió el viernes venganza «en el lugar y momento apropiados» tras la muerte en Bagdad de su poderoso general Qasem Soleimani, víctima de un bombardeo con dron de Estados Unidos, un audaz ataque que disparó la tensión en Oriente Medio y en el mercado petrolero, mientras que la comunidad internacional pedía calma.
La orden de matar a Soleimani partió del presidente Donald Trump después del ataque de una turba proiraní a la embajada estadounidense en Bagdad el martes, informó el Pentágono.
El jefe de la diplomacia norteamericana, Mike Pompeo, aseguró luego que Soleimani, jefe de la fuerza Al Quds, encargada de las operaciones exteriores de los Guardianes de la Revolución iraníes, preparaba una acción «inminente» que «ponía en riesgo la vida de decenas, sino centenares» de estadounidenses.
Ese poderoso dirigente militar de 62 años debió ser asesinado «hace muchos años» insistió Trump en un tuit.
Soleimani era un «glorioso general» y el ataque estadounidense, en el que murieron otras ocho personas, será contestado «en el momento y lugar apropiado» replicó el Consejo Supremo de Seguridad Nacional iraní.
Irak, atrapado en el pulso despiadado entre Washington y Teherán en su territorio, expresó que Estados Unidos «han incendiado la mecha de una guerra devastadora en Irak, la región y el mundo».
– Teherán nombra sustituto –
Soleimani murió por el disparo de un dron contra el coche en el que viajaba. En el ataque, a las afueras del aeropuerto de Bagdad, murió además Mehdi al Muhandis, número dos de las Fuerzas de Movilización Popular o Hashd al Shaabi, coalición de paramilitares mayoritariamente proiraníes integrados en el Estado iraquí.
El líder supremo iraní, ayatolá Ali Jamenei, que clamó una «severa venganza», nombró rápidamente a un sustituto de Soleimani al frente de Al Quds, el brigadier general Esmail Qaani.
El precio del petróleo subió un 4% en los mercados, y las bolsas se resintieron, antes de estabilizarse al cerrar la jornada en Europa.
El oro negro iraní está sujeto a sanciones estadounidenses, e Irak depende vitalmente de sus exportaciones de crudo.
Empleados estadounidenses en el sector petrolero iraquí abandonaron inmediatamente ese país, que desde hace meses vive además desgarrado por una revuelta popular contra el Estado y la clase política, acusada de corrupción.
Se trata de «la operación de decapitación más grande jamás llevada a cabo por Estados Unidos, más que las que mataron a Abu Bakr al Bagdadi u Osama bin Laden», jefes del Estado Islámico (EI) y de Al Qaida respectivamente, según Phillip Smyth, un especialista estadounidense en grupos armados chiitas.
– «Horrible crimen» –
Las reacciones fueron en su gran mayoría de alarma. El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que la muerte de Soleimani, que durante años encabezó la sangrienta intervención iraní contra el yihadismo sunita en Irak y Siria, podía «agravar seriamente» la situación en la región.
China, la Unión Europea y Gran Bretaña se expresaron en parecidos términos. El presidente francés, Emmanuel Macron, pidió a Irán «abstenerse de cualquier provocación» y recordó que debe «volver rápidamente al pleno respeto de sus obligaciones nucleares».
El Hezbolá libanés, el Hamas palestino, o los hutíes yemeníes, todos ellos aliados de Teherán, pidieron venganza. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu interrumpió su viaje a Grecia para regresar de urgencia al país.
La diplomacia iraní convocó al responsable de la embajada suiza, que representa a los intereses de Estados Unidos en Teherán.
Pompeo aseguró sin embargo, mediante un tuit, que a pesar de este ataque, Estados Unidos está «comprometido con la desescalada».
– Entre dos fuegos –
El presidente iraquí Barham Saleh instó a «todo el mundo a la moderación» mientras que el influyente líder chiita iraquí Moqtada Sadr, anunció la reactivación de su milicia anti-Estados Unidos, el Ejército de Mehdi.
El gran ayatolá Ali Sistani, figura tutelar de la política iraquí, consideró que el ataque estadounidense era «injustificado».
Sin embargo, las protestas populares que han sacudido a Irak desde hace meses indirectamente han tenido como objetivo también a las fuerzas chiitas proiraníes.
Poco después del ataque, la cuenta Twitter de Pompeo mostró imágenes de una marcha en las calles de Bagdad con una gran bandera iraquí, portada por manifestantes que aparentemente festejaban la muerte de Soleimani.
– Experto en la lucha contra yihadistas –
Tras el derrocamiento del régimen de Sadam Husein en 2003, y mientras Estados Unidos apuntalaba un nuevo y frágil sistema político, Teherán y los proiraníes se infiltraban rápidamente en Irak.
Los proiraníes han acumulado un arsenal gracias a Irán, pero paradójicamente también a lo largo de años de combate junto con los estadounidenses, en particular contra el Estado Islámico.
Soleimani era considerado uno de los grandes expertos en esa lucha sin cuartel contra el yihadismo sunita.
Washington, sin embargo, había advertido repetidamente contra los numerosos ataques contra sus intereses y fuerzas en Irak en los últimos tiempos, que culminó en el intento de asalto contra su embajada en Bagdad el martes.
«Los servicios de inteligencia estadounidenses seguían a Qasem (Soleimani) desde hacía años, pero nunca apretaron el gatillo. Él lo sabía pero no midió hasta qué punto sus amenazas (…) cambiarían las cosas», explica a la AFP Ramzy Mardini, del Institut of Peace.
«Trump cambió las reglas al eliminarlo», aseveró.
– Un cartucho de dinamita en un barril de pólvora –
Las consecuencias del asesinato selectivo de una de las figuras más populares de Irán suscitaron también preocupación en Estados Unidos, en un año electoral.
Este bombardeo amenaza con provocar «una peligrosa escalada de la violencia», advirtió la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, la demócrata Nancy Pelosi.
«El presidente Trump acaba de arrojar un cartucho de dinamita en un barril de pólvora y le debe una explicación al pueblo estadounidense», reaccionó el exvicepresidente Joe Biden, favorito en los sondeos de las primarias demócratas para desafiar a Trump en las elecciones presidenciales de noviembre.
Por su parte, la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, aseguró que la muerte de Soleimani amenaza con provocar «una peligrosa escalada de la violencia».
«Estados Unidos -y el mundo- no pueden permitirse que las tensiones aumenten hasta límites irreversibles», dijo en un comunicado la líder demócrata.
Los temores se extendieron a los países de la región. Aliados de Estados Unidos, los Emiratos Árabes Unidos calificaron el ataque de «enorme escalada en una región ya inestable».