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Se formó la rumba, suenen tambores, campana y cajones

La Habana/Prensa Latina

La rumba define un status y permanece en la cultura popular de Cuba donde surgió con una mezcla festiva de baile, música y todas las prácticas vinculadas a ella.

El género posee raíces africanas debido a los negros que desembarcaron en estas tierras junto con su música y deidades convertidos en esclavos, pero también tiene elementos característicos de la idiosincrasia antillana y rasgos del flamenco español.

Surgió durante la etapa colonialista en momentos de la expansión azucarera, según referencias históricas que ubican el nacimiento de la rumba en los finales de los siglos XVIII y principios del XIX en barrios marginales (y marginados) de este archipiélago caribeño.

En los inicios tuvo un mayor arraigo en las provincias de La Habana y Matanzas, contando las proximidades de algunos puertos y en poblados de chabolas -vivienda de pobre construcción en zonas suburbanas-, pero se extendió a todo el país.

Su música y baile llegaron a popularizarse en esas zonas rurales habitadas por comunidades africanas, sobre todo, por los esclavos ya libres pertenecientes a distintas etnias del gran continente, como lucumí, ganga, arará y quizás la más significativa de todas: la gangá-bantú.

Uno de los mayores cultores de la rumba fue el percusionista Federico Arístides Soto (Tata Güines/1930-2008), quien siguió la línea de otro grande, Chano Pozo, y sobresalió por sus aportes dentro de la música folklórica, y del jazz afrocubano y latino.

El heredero de Tata Güines, seudónimo que tiene historia, hijo de ese gran maestro de la rumba, Arturo Soto (Tata Güines Jr.), continúa el legado cultural de su padre y en entrevista exclusiva con Prensa Latina dialogó desde su posición de familia más cercana del músico y como director de la agrupación con su nombre.

La rumba es muy amplia, no hay música sin ella, a decir de Soto, sobre todo por la clave que es dos, tres, y en Cuba es así como se identifica, pero en el mundo entero mencionarla es armar una fiesta, aunque aquí es donde más se goza con todas estas mezclas, aseguró orgulloso el músico.

Durante muchos años las personas han utilizado la frase “me voy de rumba” para referirse usualmente a “irse de fiesta” y de la nada se formaba una juerga con este ritmo, evocó Tata Güines Jr.

Lo mismo era tocada sobre un cajón, en una puerta, en el escaparate, con una maleta, dondequiera se dejaba -y aún sucede- escuchar la música que todos identifican desde sus primeros acordes; basta un encuentro amistoso en un lugar abierto, unos amigos, integrantes de alguna agrupación o no de rumberos para “formar una rumba”, reconoció.

Recordemos que en todo este recorrido evolutivo había muchos cañeros y cuando se terminaba una zafra en Matanzas (provincia occidental cubana) o en la capital, trasladaban sus bailes y cantos a otra región, combinándose así varios compases, relató.

La columbia es una de las variantes de la rumba y nació en aquel territorio -donde, de igual forma, surgió el danzón-; se diferencia del baile de La Habana por ser más cadenciosa, y es ejecutada en solitario por hombres que muestran su destreza y agilidad con cuchillos.

De la rumba se deriva, además, el guaguancó, con un carácter juguetón y movimientos coquetos entre los bailarines. A menudo incorpora elementos de cortejo y desafío entre los participantes.

Se desprende también de ella el yambú, más lento y pausado, generalmente interpretado por parejas mayores, tendiendo a ser más reflexivo y menos enfocado en la competitividad a diferencia del anterior.

Así es como la rumba comienza a salir de los solares (cuartería) a los parques, nacen más cantantes y bailadores; ello conllevó a un proceso de desarrollo cultural en medio del cual surge un espectáculo en el cabaret habanero Tropicana con Los Papines, mi papá Tata Güines y Changuito, dispersándose hacia el mundo con otro tratamiento a través del famoso show bajo las estrellas, reconocido internacionalmente por sus bellas bailarinas, precisó.

Salen luego a la palestra en La Habana, mencionó, agrupaciones de mucho prestigio, entre ellas, Yoruba Andabo, Clave y Guaguancó, Muñequitos de Matanzas.

Tata Güines Jr. comentó a este medio de prensa que la rumba representa un lenguaje. Significa un “preguntas y respuestas”. En sus primeros años llevaban ropa impecable, como los zapatos de dos tonos de los hombres, las mujeres vestidas de blanco; fue la época en la que Celeste Mendoza, la llamada Reina del guaguancó, comenzó a sobresalir, evocó.

Todos esos músicos que viajaron llevaron este baile tanto en el jazz, en el son, en el chachachá, como en el rock, el pop y el soul, es decir, donde hay dos congas o tumbadoras ahí está presente nuestra protagonista, afirmó el músico.

Igual sucede con los mismos españoles; están las rumbas catalana, gallega, flamenca, también la argentina, unos con sus gaitas y su taconeo, otros como los turcos. Hay un video en internet en el que aparece mi padre con el mejor percusionista de Turquía, reseñó.

UN GRAN PASO HACIA PATRIMONIO DE LA UNESCO

El vocablo rumba define una expresión lírico-danzaria de carácter abierto al uso popular e identifica un comportamiento social en el cual no solo se consideran los componentes musicales básicos; los diseños melódicos, polirrítmicos y politímbricos específicos se incluyen en todo este camino, con patrones, células y figuraciones danzarias de un amplio espectro artístico.

Tomando como base esa trayectoria, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ingresó este ritmo en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, sin embargo, en palabras del artista, costó mucho sacrificio lograrlo.

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