Licda. C. Marchelly Funes
Metodóloga y Comunicadora
Estamos iniciando un nuevo año y con este una campaña político-partidaria en la que esperaríamos ya no se vendan propuestas ilusionistas e ilusorias; porque con el descontento actual de la sociedad hacia la clase política se corre el peligro de que los mismos de siempre, votos duros, harán todo lo posible porque las cosas no cambien, simplemente porque ellos se ven favorecidos con su cuota de poder, ya sin la amenaza en el cuello, de que los salvadoreños puedan exigir a nuevos perfiles, aprueben el relevo generacional o exijan ideas nuevas para la cosa pública. La derecha se propone alcanzar mayoría parlamentaria para reversar todas las iniciativas que no sean de ellos, que no les convengan a sus financistas y/o aliados en el Congreso, como si ellos tuviesen moral para darnos clases de legitimidad, buenas costumbres políticas y prácticas transparentes de gobernar.
Es hora de apoyar a candidatas y candidatos propositivos, a quienes buscan un mejor futuro y ese debe ser el propósito de nuestro voto en las elecciones de 2018, las que determinarán, al menos por tres años, qué tipo de gobernabilidad queremos y quiénes tendrán responsabilidad de su manejo. Apoyemos aquellas propuestas que tengan visión de futuro, que la esperanza triunfe sobre el bipartidismo. Neguémonos a la reelección de aquellos que llevan más de tres periodos en la Asamblea Legislativa y en las alcaldías municipales, porque los cambios no los hacen los que más tiempo llevan en los puestos, sino aquellos que construyen y diseñan propuestas a corto, mediano y largo plazo.
Consolidar una aritmética legislativa propositiva depende de cada ciudadano, pero también los institutos políticos deben hacer un esfuerzo gigantesco en pasar de campañas populistas en las que solo priman las regalías y las desacreditaciones; las propuestas deben ser la base en las que los aspirantes a los curules y comunas se comprometan a trabajar en pro del bienestar colectivo y de erradicar de una vez por todas la corrupción, para que esta no continúe socavando hasta la inviabilidad a la sociedad salvadoreña, haciendo de entrada diferencia en la forma de hacer política de altura.
No permitamos que continúe primando el enfrentamiento frente al consenso, la agresividad frente al respeto, y el egocentrismo frente a la cooperación. La lógica de ganadores y perdedores y de derechas e izquierdas nos ha llevado al estancamiento educativo, económico y social, si queremos poner fin a esto tenemos que salir de nuestra zona de confort y hacer valer nuestro derecho a elegir a nuevas y nuevos ciudadanos capaces de generar respuestas a los problemas que nos aquejan.
Finalmente, quiero cerrar esta columna expresando mi ambición de vivir en este mí país, tú país, de manera digna, en donde la niñez no sea asechada por el crimen organizado, los jóvenes tengan oportunidades para continuar sus estudios con trabajos remunerados, pero con flexibilidad de horarios, donde las mujeres no sean amenazadas por las desigualdades de género, donde nuestros ancianos tengan un retiro digno y una pensión que les permita vivir bien sus últimos días; en fin, donde cada salvadoreño tenga lo necesario para vivir sin tener que pensar en emigrar a otras naciones y abandonar a sus familias.