Por: Rolando Alvarenga
El sueño de todo periodista deportivo es presenciar algún día en vivo un juego o evento de una competencia olímpica o mundialista. Y el que diga que no tiene un sueño de este tipo, se equivocó de profesión y mejor que cubra el área política para que sea abatido por las pesadillas.
En mi caso, gracias a mi nuevo amigo Ali Atayyi, se me cumplió el sueño de asistir a un juego de la NBA; sin duda, una deferencia que le agradeceré durante todo lo que me resta de vida.
Ocurrió recientemente en Houston y fue el duelo entre Los Rockets y Los Suns en el Toyota Center, partido correspondiente a la temporada regular de la NBA.
Lo visto allí podría resumirlo así: desde varios días antes del partido y a pocas horas del mismo, las entradas se cotizaron entre los cincuenta y los mil dólares.
A la hora del encuentro, más de 18 mil personas ocuparon las distintas localidades numeradas, quedando muy pocas butacas vacías.
Aunque la noche estuvo fría, el ambiente del partido fue bárbaro y contagioso. La música estridente y las presentaciones artísticas en la duela se encargaron de mantener caluroso el ambiente, con un apoyo incondicional para los Rockets. Constantemente, un órgano acústico digital amenizó el juego y logré escuchar el clásico: “vamos Tecla, vamos…”.
Una gigantesca pizarra de cuatro caras reprodujo instantáneamente todo lo que acontecía en la duela y, además, dos pizarras a los costados mostraban las estadísticas el juego.
¡Muchas gracias Mr. Ali, un gran tipo! Tremenda experiencia y, lo mejor, el body guard security.