Juan Antonio Chicas
Nadie se ría, por favor, que es en serio, hay un grupo de pastores evangélicos que así lo creen, pues proponen que, ante la ola de violencia que azota al país, se cambie el nombre al lugar turístico salvadoreño llamado “Puerta del Diablo” a “Puerta de Jesús”, es decir, según ellos, con cambiarle el nombre al lugar esa ola de violencia disminuiría o, por qué no, se acabaría, solucionando ese grave problema. Tal petición fue presentada a la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) el recién pasado 10 de agosto, siendo recibida, no por una secretaria o recepcionista, no, por la propia procuradora, y fue publicado en las redes sociales.
Aunque este artículo pareciera desfasado porque ya pasaron varios días desde esos hechos y, ante la tormenta de críticas recibidas por la institución en dicha publicación, ya fue borrado el tuit, es de tomar en cuenta que no ha habido una declaración en la que se dé por rechazada la petición, o sea, se puede suponer que, a pesar de las numerosas y duras críticas, la institución le esté dando trámite al asunto, gastando en ello recursos valiosos que hacen falta en áreas realmente importantes.
Es por esa razón que todavía resulta oportuno hacer dos valoraciones sobre este hecho; primero, que con esta acción ha quedado en evidencia el total desconocimiento de estos pastores de los orígenes y la evolución del acuciante problema de violencia que vive El Salvador, por lo que, en lugar de atenderles su petición, debió enviárseles de inmediato a una capacitación OBLIGATORIA sobre realidad nacional, en la cual se les explique cómo son las cosas en realidad y dejen así de ser, como dice la Biblia, “ciegos guiando a otros ciegos” (Mateo 15:14); segundo, que la PDDH es una institución estatal y, por lo tanto, debe respetar la laicidad del Estado evitando la imposición de creencias de un grupo religioso por sobre toda la ciudadanía. Valga esto para el presente caso y para el accionar de la PDDH en el futuro.