Por Alix Rijckaert
Bruselas
La OTAN y Rusia reanudarán el miércoles el diálogo diplomático por primera vez desde la cumbre de Varsovia, donde la Alianza decidió desplegar hasta 4.000 soldados en los países bálticos y Polonia para reforzar su seguridad.
Los embajadores de los 28 países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y su homólogo ruso Alexandre Grushko se entrevistarán por la tarde en la sede de la OTAN en Bruselas para una reunión «Consejo OTAN-Rusia», una instancia de diálogo en letargo desde el estallido de la crisis ucraniana en la primavera de 2014.
«Informaremos a Rusia sobre las importantes decisiones que tomamos en Varsovia la semana pasada para reforzar nuestra seguridad», explicó Carmen Romero, vocera de la OTAN.
También figuran en la agenda la crisis en Ucrania, la transparencia militar y la situación en Afganistán.
Moscú por su parte quiere abordar el tema del «refuerzo de la seguridad aérea en la región del mar Báltico», una fuente de gran tensión. Los países bálticos, miembros de la OTAN, acusan a los aviones del ejército ruso de acercarse a sus fronteras sin transpondedores, lo que hace que los radares no puedan detectarlos y aumenta los riesgos de colisión.
El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo en julio, durante una visita a Finlandia, que estaba a favor de poner fin a este tipo de vuelos.
Se prevé que Grushko presente este miércoles a sus homólogos en Bruselas «los detalles técnicos» para evitar este tipo de vuelos en el futuro.
«Veremos luego si esto puede servir de base para relanzar la comunicación por canales militares», interrumpidos desde mayo de 2014, dijo un alto diplomático de la OTAN, bajo condición de anonimato.
Rusia también hará hincapié en lo que considera como «riesgos crecientes que han aparecido (…) con el sistema antimisiles de la OTAN en Europa», indicó el ministerio de Relaciones Exteriores.
‘Una relación más constructiva’
Durante la cumbre en Varsovia de la semana pasada, los dirigentes de la Alianza aprobaron el despliegue de cuatro batallones multinacionales en los tres países bálticos y en Polonia a partir de 2017.
Dirigidos por Estados Unidos, Canadá, Alemania y Reino Unido, estos batallones contarán con entre 600 a 1.000 hombres cada uno.
Su despliegue cerca de la frontera rusa despertó la ira de Putin, que acusó a finales de junio a la OTAN de querer llevar a su país en una carrera armamentista «frenética» y romper el «equilibrio militar» en vigor en Europa desde la caída de la URSS.
«No buscamos la confrontación. Seguimos aspirando a tener una relación más constructiva con Rusia, cuando las acciones de Rusia hacen que sea posible», dijo Romero.
Para protestar contra la anexión de Crimea por Rusia y la ofensiva de los separatistas prorrusos en el este de Ucrania en la primavera de 2014 la OTAN había suspendido toda la cooperación práctica con Moscú, al que acusa de apoyar militarmente a los rebeldes.
Esta crisis, que hizo que surgiera entre los expaíses del bloque soviético que se unieron a la OTAN inquietudes sobre su integridad territorial, empujó a los 28 países de la Alianza a aprobar un refuerzo militar sin precedentes desde finales de la Guerra Fría.
La Alianza envió también más aviones caza para ayudar a los países bálticos a proteger su espacio aéreo y aumentó considerablemente el número de sus ejercicios.
Algunos incidentes, como cuando el ejército turco derribó en noviembre de 2015 de un avión ruso que había penetrado en su territorio desde Siria, habían avivado la tensión.
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