Lic. Antonio Velado
Aunque la historia se comenzó a escribir el año de 1952 a raíz de la captura de varios líderes sindicales, profesionales, maestros y dirigentes estudiantiles quienes eran los voceros del pueblo a través del periódico Opinión Estudiantil, que publicaba cada cierto tiempo, según las circunstancias, la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS), hoy desaparecida igual que la publicación.
Hemos hecho esta pequeña introducción, porque uno de los líderes sindicales capturado en l952 fue Salvador Cayetano Castro, quien logró hacer público su testimonio hasta en mayo/junio de 1967 en la Revista LA UNIVERSIDAD, que se imprimía en la Editorial Universitaria “José B. Cisneros”, ubicada en ese entonces en la 5ª C. O. 220 – San Salvador.
Haciendo Memoria Histórica, en los meses mayo/junio de este 2017 se cumple medio siglo que se publicara Secuestro y Capucha, obra que contiene los testimonios de un reo de esos tiempos dictatoriales, cuando los militares eran sirvientes de la oligarquía y procedían según ésta les ordenaba. Los comentarios sobre dicha obra los escribió uno de los abogados más reputados de esos tiempo, el Doctor José María Méndez, quien fungía como Vice-Rector de la Universidad de El Salvador. Cabe señalar que en esos tiempos las autoridades, docentes, personal administrativo y estudiantes eran parte activa del quehacer nacional. Ninguno de estos sectores era indiferente de lo que acontecía en El Salvador.
Secuestro y Capucha está dividida en Tres Partes: 1ª. Tortura (captura); 2ª.Secuestro (Exhibición Personal); 3ª.Peregrinar. En estas tres partes se da a conocer con lujo de detalles la bestialidad con que actuaban la Policía Nacional, Policía de Hacienda, Guardia Nacional a la que todavía muchos retrógrados llaman “La Benemérita”, el Ejército Nacional, las patrullas cantonales y de barrio. Eran verdaderos criminales. Estas bestias que fungían como autoridades de seguridad no se andaban con cuentos y disfrutaban aplicando a quienes en mala hora caían en sus garras, las torturas conocidas como: El Látigo, El Avión y La Capucha, esta última era la favorita de los torturadores.
En esos años era delito ser sindicalista, estudiante universitario, obrero y campesino organizado, profesional con ideas de avanzada, maestro de escuela que estuviera organizado, en fin… todo el que disentía con el sistema establecido era considerado enemigo al que había que capturar, torturar, desaparecer, aparecer su cadáver en las orillas de las carreteras o barrancas y, cuando bien le iba, lo capturaban, torturaban y exiliaban.
En este sentido mucho ha cambiado el país. Hoy se cuestiona sin tener ningún problema a cualquier funcionario, sea este alcalde, diputado, ministro, presidente de alguna autónoma y hasta al presidente de la república. Si. Mucho hemos ganado. Ojalá y este clima de democracia se mantenga, incremente y mejore, para no hablar en un futuro inmediato o lejano de un SECUESTRO Y CAPUCHA como lo hizo Salvador Cayetano Carpio hace 50 años.