Blanca Flor Bonilla
Luchadora social por los derechos humanos.
Las Organización de las Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) realiza esfuerzos desde hace varias décadas para incidir en los Estados para producir alimentos inocuos para la salud, promoviendo el 7 de junio de cada año la inocuidad de los alimentos, como parte de la seguridad y soberanía alimentaria. De igual manera, cada 5 de junio, promueve acciones para protección del Medio Ambiente. Ambos temas y fechas están intrínsecamente vinculadas con la producción de alimentos y sanidad; y con la vida de la tierra, de las personas y la producción.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inocuidad de los alimentos es el conjunto de condiciones y medidas necesarias durante su producción, almacenamiento, distribución y preparación para asegurar que una vez ingeridos, no representen un riesgo para la salud; además incorpora acciones encaminadas a garantizar la máxima seguridad posible. Las políticas y actividades que persiguen dicho fin deben abarcar toda la cadena alimenticia, desde la producción al consumo. La inocuidad de los alimentos es importante para prevenir más de 200 enfermedades graves transmitidas por alimentos causadas por bacterias, virus, parásitos, pesticidas o residuos de sustancias químicas, que van desde la diarrea hasta el cáncer y la muerte. Los consumidores de todo el mundo tienen derecho a esperar que los alimentos que compran y consumen sean inocuos y de buena calidad.
Uno de los métodos para tener alimentos inocuos sostenibles y sustentables es la producción orgánica, basada en la reducción al mínimo de la utilización de insumos externos, evitando el empleo de fertilizantes y plaguicidas. A pesar de la mayor atención que se le ha prestado en los últimos decenios, la agricultura orgánica ocupa menos del 2 % del total de las tierras agrícolas. Por otro lado, los sistemas actuales de producción de alimentos son ineficientes e insostenibles y son responsables del 60 % de la pérdida de biodiversidad a nivel global, y del 24 % de las emisiones de gases de efecto invernadero1.
En la región del Sistema de Integración de Centroamérica (SICA), los gobiernos no han impulsado leyes ni políticas públicas que fomenten la producción orgánica. Al contrario, han dado espacio a empresas transnacionales con semillas transgénicas, fungicidas y pesticidas que han deteriorado más la tierra del territorio en los últimos 20 años, con la proliferación de múltiples enfermedades y mayor erosión de la tierra. En algunos casos, han cerrado programas de cultivos familiares y comunitarios.
Los Tratados de Libre Comercio facilitan la importación de alimentos producidos por empresas transnacionales, en detrimento, desprotección y descuido de la producción nacional. Estados Unidos de Norte América (EE.UU.) subsidia su producción de alimentos en un 75 %, haciendo su producción muy barata y poniendo en total desventaja de competencia a productores nacionales. Los productos de EE. UU. y de México son más baratos que los que se producen en El Salvador, causando la quiebra y el desempleo de empresas agrícolas; y empujando más la migración de muchas familias campesinas productoras de alimentos hacia esos países del norte.
En el 2021 FAO y el PMA indicaron que más de 10 millones de personas corren el riesgo de ver incrementada su inseguridad alimentaria en los próximos meses en Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Ante este panorama pidieron más asistencia alimentaria y la entrega de semillas resistentes a la sequía como medidas para enfrentar la situación. Para El Salvador se espera que alrededor de 1 millón de personas enfrenten una alta inseguridad alimentaria aguda en 2021, incluidas 121,000 en emergencia. Los más afectados son los grupos que han experimentado pérdidas de ingresos debido a las restricciones de movilidad y transporte relacionadas con la pandemia.
Los Amigos de la Tierra plantean que transformar el sector agrario es clave para prevenir o superar muchos de los problemas de nuestras sociedades: el cambio climático, el hambre, la falta de empleo o la concentración de gran parte de la población en las ciudades, con el consecuente abandono del mundo y la producción rural. Para alcanzar esta transformación es necesario apostar por la soberanía alimentaria, por un sistema local, ecológico, de gran biodiversidad y a pequeña escala, que vele por la tierra y las personas, en vez de buscar sólo beneficios asistenciales a corto plazo como sucede en la actualidad.
Cinco prácticas claves en las familias para la inocuidad de los alimentos: mantener la limpieza, separar alimentos crudos y cocinados y cocinarlos completamente, mantener los alimentos a temperaturas seguras, usar agua y materias primas libres de contaminación. Se aconseja, además, consumir frutas y verduras de temporada producidas cerca o en la localidad, además del trueque o compra de alimentos producidos por personas vecinas.
1.Panel Internacional de Recursos (IRP, en sus siglas en inglés).